Si el siglo XVI, consecuencia de la Contrarreforma, acrecienta en
Valencia la creación de nuevos conventos, tendencia que conocerá su apoteosis
en el XVII, y acentúa el clima de espiritualidad, no es de extrañar el alto
número de santos valencianos de este siglo que sube a los altares: Tomás de
Villanueva, Francisco de Borja, Luis Bertrán, Juan de Ribera, Pascual Bailón, a
los que habría que añadir los beatos Gaspar Bono y Nicolás Factor. En el siglo
XVII, la ciudad tenía alrededor de 70 conventos, incluidos los creados
extramuros. No obstante, a finales de siglo surge una serie de pensadores que
participan en tertulias, bibliotecas y academias, que rompen con el inmovilismo
de la Universidad y crean un clima preilustrado, como Juan de Cabriada,
considerado el iniciador de la renovación científica española; el grabador Crisóstomo
Martínez, uno de los iniciadores de la investigación microscópica; el jesuita,
astrónomo y matemático José Zaragoza; el erudito trinitario Joseph Rodríguez,
autor de la primera Biblioteca Valentina; el organista de la catedral Juan
Bautista Cabanilles; el topógrafo, matemático filósofo padre Tomás Vicente Tosca…
Pero es ya en el siglo XVIII cuando un crecido número de figuras valencianas
colaboró bien desde su propia tierra bien desde Madrid en iniciativas
ilustradas: el paleontólogo Juan Bautista Bru de Ramón; el geógrafo Antonio José
Cavanilles que llegó a ser catedrático y director del Jardín Botánico
madrileño; el marino Gabriel Ciscar, propulsor de la introducción del sistema métrico
decimal; Jorge Juan Santacilia, marino, a cuyo celo se debe el Observatorio
Astronómico de Madrid; Gregorio Mayans, humanista erudito autor de una reforma
educativa en el reinado de Carlos III; el impresor Benito Monfort; el
historiador Juan Bautista Muñoz; el catedrático de hebreo, erudito y canónigo
Francisco Pérez Bayer o el médico y filósofo Andrés Piquer, impulsor de la física
como ciencia independiente.
RECUERDA:
El uso hace al maestro
El uso es maestro de todo
La práctica hace al maestro
Canas y armas ganan batallas
Sufre por saber y trabaja por tener
Cada uno sabe dónde le aprieta el zapato
Tanto vale el que no sabe como el que no ve
Todo pierde sirviendo a no ser el hombre, que gana en extremo
El que primero es cocinero y despúés fraile, lo que pasa en la cocina
bien lo sabe
¿Primero monaguillo y después abad? Bien sabe lo que hacen los mozos
tras el altar