jueves, 26 de noviembre de 2015

Apostillas al refranero.Ilustres


            Si el siglo XVI, consecuencia de la Contrarreforma, acrecienta en Valencia la creación de nuevos conventos, tendencia que conocerá su apoteosis en el XVII, y acentúa el clima de espiritualidad, no es de extrañar el alto número de santos valencianos de este siglo que sube a los altares: Tomás de Villanueva, Francisco de Borja, Luis Bertrán, Juan de Ribera, Pascual Bailón, a los que habría que añadir los beatos Gaspar Bono y Nicolás Factor. En el siglo XVII, la ciudad tenía alrededor de 70 conventos, incluidos los creados extramuros. No obstante, a finales de siglo surge una serie de pensadores que participan en tertulias, bibliotecas y academias, que rompen con el inmovilismo de la Universidad y crean un clima preilustrado, como Juan de Cabriada, considerado el iniciador de la renovación científica española; el grabador Crisóstomo Martínez, uno de los iniciadores de la investigación microscópica; el jesuita, astrónomo y matemático José Zaragoza; el erudito trinitario Joseph Rodríguez, autor de la primera Biblioteca Valentina; el organista de la catedral Juan Bautista Cabanilles; el topógrafo, matemático filósofo padre Tomás Vicente Tosca… Pero es ya en el siglo XVIII cuando un crecido número de figuras valencianas colaboró bien desde su propia tierra bien desde Madrid en iniciativas ilustradas: el paleontólogo Juan Bautista Bru de Ramón; el geógrafo Antonio José Cavanilles que llegó a ser catedrático y director del Jardín Botánico madrileño; el marino Gabriel Ciscar, propulsor de la introducción del sistema métrico decimal; Jorge Juan Santacilia, marino, a cuyo celo se debe el Observatorio Astronómico de Madrid; Gregorio Mayans, humanista erudito autor de una reforma educativa en el reinado de Carlos III; el impresor Benito Monfort; el historiador Juan Bautista Muñoz; el catedrático de hebreo, erudito y canónigo Francisco Pérez Bayer o el médico y filósofo Andrés Piquer, impulsor de la física como ciencia independiente.
 

RECUERDA:
 

El uso hace al maestro
El uso es maestro de todo
La práctica hace al maestro
Canas y armas ganan batallas
Sufre por saber y trabaja por tener
Cada uno sabe dónde le aprieta el zapato
Tanto vale el que no sabe como el que no ve
Todo pierde sirviendo a no ser el hombre, que gana en extremo
El que primero es cocinero y despúés fraile, lo que pasa en la cocina bien lo sabe
¿Primero monaguillo y después abad? Bien sabe lo que hacen los mozos tras el altar

 Mucha ciencia es locura si el buen seso no la cura