miércoles, 16 de diciembre de 2015

Apostillas al refranero. Emprendedores


          Una de las épocas en que la ciudad de Valencia acomete gran cantidad de reformas urbanas se inició hacia 1840 patrocinadas y favorecidas por don José Campo. Llegado a la condición de alcalde cuando solo contaba 28 años, centró su joven energía en modernizar la ciudad y en procurar que los avances del progreso industrial, tecnológico y financiero se pusieran al servicio de la urbe. Se empedraron las calles, se hizo desaparecer los callejones, mediante un trazado racional de los edificios. Se creó la primera línea regular de barcos de vapor que enlazaba Valencia, Tarragona y Barcelona en 1836; en 1844, se iluminó con farolas de gas la zona de la Glorieta; se creó una Caja de Ahorros con carácter asistencial, y en 1846 se funda la Sociedad Valenciana de Crédito y Comercio. Poco antes se había trazado el primer tramo de la línea de ferrocarril Valencia-Grao. Más tarde se dará comienzo a las obras del puerto. Por aquel entonces se inicia la instalación del suministro de agua potable, gracias a la contribución del canónigo Mariano Liñán, quien consignó en su testamento una parte de sus bienes a la Sociedad Valenciana para la Conducción de Aguas Potables. En 1850, en la Plaza del Negrito, se inauguró la primera fuente pública de la ciudad. Don José Campo es conocido entre los valencianos como el Marqués de Campo y tiene una calle dedicada a su nombre en la zona de Extramuros, muy cerca de la plaza de Jesús, por detrás de la clínica Virgen del Consuelo, más que calle, callecita; y pienso que no hace honor a tan alto prócer.

 
RECUERDA:

 
Quien trabaja tiene alhaja
Para las ocasiones son los doblones
Sea milagro y hágalo no importa qué santo
El cuerdo nunca está satisfecho de lo hecho
Si el sol me alumbra, no he menester la luna
Si no es en esta barqueta, será en la que se fleta
Lo que has de hacer hoy no lo dejes para mañana
La nave que ha buen viento arriba pronto a puerto

 La campana no va a misa, pero avisa