Una de las épocas en que la ciudad de Valencia
acomete gran cantidad de reformas urbanas se inició hacia 1840 patrocinadas y
favorecidas por don José Campo. Llegado a la condición de alcalde cuando
solo contaba 28 años, centró su joven energía en modernizar la ciudad y en procurar
que los avances del progreso industrial, tecnológico y financiero se pusieran
al servicio de la urbe. Se empedraron las calles, se hizo desaparecer los
callejones, mediante un trazado racional de los edificios. Se creó la primera
línea regular de barcos de vapor que enlazaba Valencia, Tarragona y Barcelona
en 1836; en 1844, se iluminó con farolas de gas la zona de la Glorieta; se creó
una Caja de Ahorros con carácter asistencial, y en 1846 se funda la Sociedad
Valenciana de Crédito y Comercio. Poco antes se había trazado el primer tramo
de la línea de ferrocarril Valencia-Grao. Más tarde se dará comienzo a las
obras del puerto. Por aquel entonces se inicia la instalación del suministro de
agua potable, gracias a la contribución del canónigo Mariano Liñán,
quien consignó en su testamento una parte de sus bienes a la Sociedad
Valenciana para la Conducción de Aguas Potables. En 1850, en la Plaza del
Negrito, se inauguró la primera fuente pública de la ciudad. Don José Campo
es conocido entre los valencianos como el Marqués de Campo y tiene una
calle dedicada a su nombre en la zona de Extramuros, muy cerca de la plaza de
Jesús, por detrás de la clínica Virgen del Consuelo, más que calle, callecita;
y pienso que no hace honor a tan alto prócer.
Quien trabaja tiene alhaja
Para las ocasiones son los doblones
Sea milagro y hágalo no importa qué santo
El cuerdo nunca está satisfecho de lo hecho
Si el sol me alumbra, no he menester la luna
Si no es en esta barqueta, será en la que se fleta
Lo que has de hacer hoy no lo dejes para mañana
La nave que ha buen viento arriba pronto a puerto