Entre
los eufemismos, hay un grupo al que yo denomino divulgativo o popularizador.
Se trata de formas lingüísticas que hacen asequibles al pueblo ciertos
conceptos habitualmente de carácter científico o técnico. Hace unos años,
llamamos vacas locas a la ‘encefalopatía espongiforme bovina’ y neumonía
atípica al ‘síndrome respiratorio agudo y grave’, y anteayer denominamos gripe
aviar al H7N9. Hay otro grupo al que denomino dignificador: la
antigua Escuela de Periodismo, al nacer como estudio universitario cambió su
nombre por el más orondo y esponjado Facultad de Ciencias de la
Información, en que se podían seguir diversas especialidades, incluso
Publicidad. Maestros en el uso y abuso del eufemismo dignificador son
los terroristas, tan hábiles en la manipulación que la sociedad entera acepta y
usa sus creaciones con la mayor naturalidad. En épocas reativamente recientes
en las Provincias Vascongadas y en Navarra, surgió el conflicto vasco y
se inició la lucha armada (acciones terroristas) a causa de la
existencia de unos elementos diferenciadores con respecto a los ‘maquetos’
españoles, elementos que bien merecían el uso de instrumentos de defensa
para conseguir la normalización de Euskadi. De modo inmediato,
los separatistas crearon la ETA, su aparato militar. Y para ocultar
cuanto había de terrorismo procuraron emplear un léxico esencialmente castrense
que ‘dignificaba’ sus acciones. El aparato militar eligió una cúpula
que trazó las directrices y definió las estrategias. Surgieron comandos
formados por activistas (coaccionadores y asesinos), unos, legales,
pues no habían sido fichados; otros liberados, porque ya tenían
antecedentes registrados en los tribunales. Se armaron, y ocultaron sus armas y
los explosivos de los atentados en zulos. Cayeron las víctimas a
centenares. Necesitaban dinero, así que establecieron los impuestos
revolucionarios que empobrecieron a la población. Amén de los activistas,
era necesario crear un estado de desasogiego general, de modo que el ‘vandalismo’
correspondió a la kale borroca, ejercida por jóvenes radicales,
terroristas en ciernes.
RECUERDA:
La mala nueva presto llega
El bien suena, pero el mal llega
Las malas nuevas siempre son verdaderas
A buen entendedor pocas palabras bastan
A lo que no te agrada, haz que no sabes nada
No hay nada tan escondido que no llegue a saberse
No creas de ligero ni vuelvas las orejas detrás del pandero