domingo, 18 de septiembre de 2016

Apostillas al refranero. Fertilidad


            Una de las cosas que más ha preocupado a los seres humanos a lo largo de los tiempos ha sido la fertilidad, en los campos, en los animales, y sobre todo la de la propia especie. La esterilidad era considerada una maldición atribuible a múltiples causas. Nuestros antepasados remotos culparon durante siglos y siglos a la mujer del problema, así que en ellas había de provocarse el remedio a fin de conseguir la fertilidad. En Aragón, los remedios propuestos fueron variopintos. Uno de ellos era las piedras: En el Montsec, entre Aragón y Cataluña, existen fósiles coralinos, unos, los cyclolites, con forma de vulva, y otros, las placosmilias, con forma de falo. Las parejas con problemas de fecundidad acudían a ese monte. Cada uno recogía los fósiles correspondientes y adecuados y después se unían. Otra solución era que la mujer entrara en contacto con rocas faliformes, puesto que provocaban el amor y remediaban a las estériles, como los mallos de Riglos, agujas enormes cuyos trescientos y pico metros de altura miran con desprecio no solo el tamaño del caserío sino el de la torre de la iglesia que se alza a sus pies. En Daroca, en el lienzo de la muralla, se halla la picha de Sansón, y en Alcalá de la Selva, Teruel, se dice que la roca conocida como Piedra del sapo potencia la sexualidad a quienes la golpean tres veces en noche de luna llena.  También las aguas pueden remediar la infertilidad, sobre todo la de fuentes cercanas a ermitas. Y si no se encontrara la solución por estos métodos, cabría recurrir a los saltos de la novia, una especie de danzas rituales que se llevaban a cabo en determinadas fiestas, como santa Águeda, o al roce con aldabas fálicas como las de la zona de Ribagorza, que se deben tocar, retocar y sobar hasta la saciedad. En fin, por intentarlo que no quede.

RECUERDA:

Venus duerme si Marte vela
Sea marido y sea el grano de mi hijo
Vos desnuda y yo en bragas, esas me hagas
A la mujer casada y casta, el marido le basta
Ni tan vieja que sea estéril ni tan moza que retoce
A la preñada, hasta que para, y a la parida, cada día
A la mujer preñada, besarla, y lo demás, hasta que para
Una vez es escasez, dos gentileza, tres valentía, cuatro bellaquería

 El vivir templadamente hace sana y rica a la gente