Una
de las cosas que más ha preocupado a los seres humanos a lo largo de los
tiempos ha sido la fertilidad, en los campos, en los animales, y sobre todo la
de la propia especie. La esterilidad era considerada una maldición atribuible a
múltiples causas. Nuestros antepasados remotos culparon durante siglos y siglos
a la mujer del problema, así que en ellas había de provocarse el remedio a fin
de conseguir la fertilidad. En Aragón, los remedios propuestos fueron
variopintos. Uno de ellos era las piedras: En el Montsec, entre Aragón y
Cataluña, existen fósiles coralinos, unos, los cyclolites, con forma de
vulva, y otros, las placosmilias, con forma de falo. Las parejas con
problemas de fecundidad acudían a ese monte. Cada uno recogía los fósiles
correspondientes y adecuados y después se unían. Otra solución era que la mujer
entrara en contacto con rocas faliformes, puesto que provocaban el amor y
remediaban a las estériles, como los mallos de Riglos, agujas enormes
cuyos trescientos y pico metros de altura miran con desprecio no solo el tamaño
del caserío sino el de la torre de la iglesia que se alza a sus pies. En
Daroca, en el lienzo de la muralla, se halla la picha de Sansón, y en
Alcalá de la Selva, Teruel, se dice que la roca conocida como Piedra del
sapo potencia la sexualidad a quienes la golpean tres veces en noche de
luna llena. También las aguas pueden
remediar la infertilidad, sobre todo la de fuentes cercanas a ermitas. Y si no
se encontrara la solución por estos métodos, cabría recurrir a los saltos de
la novia, una especie de danzas rituales que se llevaban a cabo en
determinadas fiestas, como santa Águeda, o al roce con aldabas fálicas como las
de la zona de Ribagorza, que se deben tocar, retocar y sobar hasta la saciedad.
En fin, por intentarlo que no quede.
RECUERDA:
Venus duerme si Marte vela
Sea marido y sea el grano de mi hijo
Vos desnuda y yo en bragas, esas me hagas
A la mujer casada y casta, el marido le basta
Ni tan vieja que sea estéril ni tan moza que retoce
A la preñada, hasta que para, y a la parida, cada día
A la mujer preñada, besarla, y lo demás, hasta que para
Una vez es escasez, dos gentileza, tres valentía, cuatro bellaquería