sábado, 30 de agosto de 2014

Apostillas al refranero. Santos sin peana

            En todas las épocas ha habido santos que nunca subieron a los altares y, en consecuencia, carecen de peana. Los escritores clásicos españoles descubrieron santos y vírgenes a espuertas, así que hubieron de agrupar a sus devotos en cofradías. Y si alguien quisiere tacharme de embustero, que consulte antes a don Francisco de Quevedo y Villegas. En la Cofradía de la Virgen del Puño Cerrado, es un decir, se incluían los tacaños, los agarrados, los roñosos, los cicateros, los mezquinos, los avaros..., quienes debieron idear refranes tan fervorosos y edificantes que causan asombro por su contenido, dado el espíritu de profundísima caridad a que mueven. Por otra parte, el refranero recoge también nombres de santos no citados en los índices católicos que, no obstante, gozan de intensísima y extensísima veneración, y son objeto de culto tan acendrado que no cabría hallarles tacha o defecto. Más aún, el refranero ha llegado a canonizar a santos cuya actuación milagrera depende de la lejanía o cercanía tanto espacial como temporal.
 
 RECUERDA:
 
Santa Dádiva quebranta peñas
San Dinero es el santo más milagrero
El Ahorro es santo, porque hace milagros
Muchas salves y muchos credos, pero los dineros quedos
San Cercano no hace milagros; san Lejares los hace a millares
A la Virgen salves y a los cristos credos, pero los dineros quedos
 
 Si tienes dinero que te sobre y no tienes caridad, eres pobre de solemnidad


viernes, 29 de agosto de 2014

Apostillas al refranero: Utilidad

            Me ha llamado siempre la atención la tendencia que tenemos los humanos de polarizar en simpáticos y antipáticos los otros seres de la naturaleza. Sentimos atracción por las abejas y, en cambio, nos son antipáticas las avispas. La preferencia en este caso viene dada por un criterio de utilidad: la abeja nos brinda miel y cera, en tanto la avispa, puesto que no enjambra, no almacena reservas, así que no puede ofrecernos nada o dicho de otro modo nos da con el canto en las narices. Admiramos también a las hormigas, en tanto que despreciamos a las cigarras. En este caso, la preferencia viene dada por el ejemplo de laboriosidad y disciplina que ofrece la hormiga frente a la supuesta inactividad de la cigarra. ¡Hasta los fabulistas han terciado en el asunto! Y sin embargo..., las denostadas cigarras no pueden hacer sino aquello a lo que las obliga la naturaleza: ha dotado a los machos de alas membranosas que producen un ruido estridente y monótono que suena a finales del verano para atraer a la hembra y aparearse. Las hormigas, en efecto, son muy trabajadoras, tanto que pueden morir de estrés;  es cierto también que destruyen muchos animales dañinos, pero no es menos cierto que ejercen acciones perjudiciales sobre plantas y alimentos, que son capaces de sembrar pulgones en las hojas de las plantas para engordarlos y alimentarse después de ellos, que se apoderan de larvas y pupas de otras especies para hacerlas esclavas y emplearlas en su provecho, que atacan la madera de árboles, construyendo bajo la corteza sus nidos... Sí, a veces la manzana más hermosa contiene el gusano peor. Y es que no sabemos mirar: nos quedamos en las apariencias sin llegar al hondón.
 
RECUERDA:
 
Sea milagro y hágalo el diablo
El rocín para polvo, la mula para todo
Raposa que mucho tarda, caza aguarda
Más caga un buey que cien golondrinas
Fuego guisa olla, que no moza orgullosa
El aceite es cocinero, relojero, armero y curandero
El estiércol no es santo, mas donde cae hace milagros
 
Todo lo aguanta el papel: hasta se limpia el culo con él


miércoles, 27 de agosto de 2014

Apostillas al refranero. Disfrazarrefranes

            Este calenturiento mes de agosto augusto y lento que me he pasado en las playas madrileñas haciendo ejercicios espirituales y practicando la regla de compañía me ha permitido, además de contar los dulces granos de la arena amarga, acudir a alguna sala de urgencia hospitalaria y aposentar mi antifonario en los sillones de las consultas de especialistas, analistas y centros de diagnóstico ecográfico, porque un riñón no de mi suegra, sino de mi señora doña está tan bien educado que se negó en redondo a tirar una piedra, más que piedra peñasco del tamaño de Sierra Morena vista desde Jaén. Y como las esperas y antesalas de semejantes lugares son un tantico aburridas, uno lleva consigo literatura ligera para aliviar el tedio y tranquilizar los nervios; así que dediqueme a ojear, hojear e interpretar, entiéndase leer, Las mil peores poesías de la lengua castellana, un libro desopilante, antídoto de penas y malhumor, del alcoyano Jorge Llopis, por el que conocí que no es exclusiva mía la pasión por disfrazar refranes, cosa que me llenó de satisfacción y me liberó del complejo de rareza o raridad que me corroía, aunque haya adquirido a cambio la convicción de que con tal manía no dejo de ser un pedante de chicha y nabo, que es como define él a los disfrazarrefranes. ¡Qué le vamos a hacer! Ved, ved algunos de los disfraces que él ha preparado. ¡Gracias, don Jorge!
 
RECUERDA:
 
Las exequias con candeal son tolerables
A borrasca en las Azores, rostro jocundo
Obséquiame con hogazas y motéjame de estulto
En el transcurso de una centuria, todos alopécicos
No existe adversidad que por sinecura no se trueque
Jamás te introduzcas en fibra homologada de once toesas
El rumiante siempre siente la atracción de la Carpetovetónica
Quien a ubérrima conífera se adosa óptima umbría lo entolda
 
Los duelos con pan son menos
A mal tiempo, buena cara
Dame pan y llámame tonto
Al cabo de cien años, todos calvos
No hay mal que por bien no venga
No te metas en camisa de once varas
La cabra siempre tira al monte
Quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija


domingo, 24 de agosto de 2014

Apostillas al refranero: Vergüenza

            Dos tipos de vergüenza he encontrado en el refranero. El primero está basado en la estimación de la propia honra, en la dignidad, en el pundonor. Consistiría en el sentimiento penoso de la propia indignidad por la pérdida deshonrosa o humillante de la buena fama o del prestigio. Es el mismo tipo que llevaba a nuestros personajes literarios a situaciones límite con el objeto de lavar el oprobio, tan tajantes se mostraban al respecto. El Duque de Rivas recoge en uno de sus romances históricos, Un castellano leal, la leyenda toledana según la cual el Conde de Benavente quema su palacio por la vergüenza de haberse visto obligado a albergar en él durante una noche, según la orden inexcusable del emperador Carlos V, al Condestable de Borbón, traidor a su señor natural, el rey de Francia, según el de Benavente. El segundo es mucho menos espectacular, más humilde y estaría basado en la falta de confianza en uno mismo; lo podríamos denominar timidez. Y sin embargo, también ha tenido acogida en nuestra literatura: El vergonzoso en palacio, de Tirso de Molina.
 
RECUERDA:
 
Quien una vez la pierde a verla no vuelve
Quien tiene vergüenza ni cena ni almuerza
Más  vale rostro bermejo que corazón negro
Ni en la cama ni en la mesa es útil la vergüenza
Al hombre vergonzoso el diablo lo trajo a palacio
Cuando huir es menester, con honra se puede hacer
Más vale vergüenza en cara que mancilla en corazón
La vergüenza y la honra, si se pierden, no se recobran
 
 ¡Qué bonita es la vergüenza; mucho vale y poco cuesta!