viernes, 31 de octubre de 2014

Apostillas al refranero. Tirar de la manta

            Si la Justicia sigue tirando de la manta, no va a quedar títere con cabeza. ¡Ni don Quijote armó tal desaguisado en el retablo de maese Pedro! ¡La que tienen, mejor las que tienen montadas sus señorías Alaya, Castro, Pedraz, Ruz, Andreu, Velasco y compañía! Ni Hércules extrajo tanta basura de los establos de los caballos de Augias cuando los limpió. ¡Menudos caballeros de mohatra y oficiales de jacarandaina han alumbrado o están alumbrando sus investigaciones! Sindicatos, patronales, políticos, empresarios, laboratorios, cajas de ahorro, bancos, clubes deportivos... ¡Pasen, señores, pasen y vean! ¡Pícaros de siete suelas, chuchumecos, murcigalleros, hampones ansiosos, hipócritas redomados que trabajaban de tapadillo y en puridad para dar el pego salen a la superficie en manadas, como aves de rapiña! Pero no serán los únicos. Y es que en este puerto de arrebatacapas que es nuestra España abundan de tal modo mendaces, fanfarrones, chapuceros; palanquines, garduños, sabandijas; cherinoles, galopines, gariteros; desleales, felones, comadrejas; embaucadores, quinquis, marrulleros; echacuervos, falsarios, indecentes, que vamos a tener que volver a usar ungüentos de diaquilón para curar tantos tumores y taparlos con botanas de carnero.
 
RECUERDA:
 
Las paredes oyen
Secreto de tres, vocinglero es
Tu camisón no sepa tu intención
Todo se sabe, y más lo de la manta
Por hondo que el diablo cague, todo se sabe
Secreto de dos sábelo Dios, secreto de tres, toda res
Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha
Si quieres que tu amigo no te tenga el pie sobre el pescuezo, no le cuentes tu secreto
 
 Nadie diga de ninguno para que no diga él de alguno


jueves, 30 de octubre de 2014

Apostillas al refranero. La ocasión la pintan calva

            Dicen que la oportunidad tiene los cabellos muy largos y echados hacia adelante, hacia la frente, de modo que es necesario estar muy atento a su paso para asirse cuando conviene a su abundosa cabellera, porque una vez ha pasado, ya no vuelve. En esta patria nuestra todavía llamada España donde la iniquidad, la bellaquería, la corrupción, el encanallamiento y la truhanería se cuentan por centenares, pandillas de granujas, bergantes, golfos, bribones, tunantes, pelafustanes y sabandijas se han encaramado a las azoteas para no dejar pasar la ocasión, y todos los días recibimos noticias de corruptelas, raterías, apandamientos, despojos, saqueos, escamoteos y granujadas, servidos en los medios de comunicación, sin que un fuego purificador haya surgido de nosotros mismos para limpiarlos y también para acabar hasta con las más pequeñas corruptelas. ¿Y sabéis por qué? Porque todos contribuimos de un modo u otro a mantener esta situación, por más que farisaicamente la critiquemos, y contribuimos a ella aunque no sea más que con el escamoteo del IVA en la factura del albañil, o en la chapuza del fontanero en paro que, evidentemente no nos hace factura y cobra el subsidio de paro, o en el servicio de la asistenta (quien la tuviere) a la que nunca hemos dado de alta en la seguridad social. Y quien estuviere libre de pecado, ya sabe lo que ha de hacer. Y además le pido perdón.
 
RECUERDA:
 
La ocasión hace al ladrón
En arca abierta el justo peca
No hay mejor bocado que el hurtado
No habría putas si no hubiera alcahuetas
No hay linaje sin putas ni muladar sin pulgas
Si es enemigo de la novia, ¿dirá bien de la boda?
El malo para mal hacer, achaques no ha menester
En todas partes cuecen habas y en mi casa a calderadas
Sacristán que vende cera y no tiene colmenar, rapaverunt del altar
 
 Quien huye de la ocasión evita el peligro


Apostillas al refranero. Muerto y aspirantes

            El primero de noviembre es la fecha en que se cierra un año agrícola y se inicia el nuevo; la tierra, que ha acogido la simiente del trigo, la guarda en su seno para que renazca en primavera: ‘Para Todos los Santos que los granos estén sembrados y los frutos resguardados’. Es una fiesta especial en la liturgia romana, en que se celebra el día de la muerte como el momento del nacimiento a la nueva vida, en la que todos son glorificados con Cristo. Al día siguiente, tiene lugar la Conmemoración de los Fieles Difuntos, celebrada ya en el siglo IV, que se fue extendiendo hasta que en el XIV adquirió carácter oficial. Hoy en día se adornan con flores las tumbas y se recuerda a los parientes fallecidos. Lo hacemos desde un prisma de pena, de aflicción. Creo yo que debería ser, lo mismo que Todos los Santos, una fiesta alegre, porque si somos consecuentes con nuestra esperanza cristiana, no han muerto para la aniquilación, sino para la resurrección, para la nueva vida en Cristo Jesús. Pienso que los cementerios no debieran ser lugares lúgubres que solo se visitan en ocasiones tristemente necesarias, sino lugares familiares y risueños porque albergan a quienes nos han precedido, a aquellos que nos transmitieron no solo la vida sino  una serie de tradiciones, de cultura, de reglas morales sobre las que se asienta nuestra comunidad. En Irlanda, la conmemoración recuerda a una fiesta familiar, comida incluida. En las noches de difuntos los cementerios están cuajados de llamas de lamparillas y los deudos de los fallecidos pasean entre las tumbas con toda naturalidad, sin la congoja y lágrimas con que lo hacemos en otros lugares.
 
RECUERDA:
 
Vida sin amigo, muerte sin testigo
El muerto y el ido, presto en olvido
El muerto al hoyo y el vivo al bollo
El muerto podrece y el huérfano crece
El muerto a la huesa y el vivo a la mesa
El muerto a la cava y el vivo a la hogaza
Pena de viuda: llorar poco y buscar otro
Dolor de esposo, dolor de codo: duele mucho y dura poco
 
 La viuda rica con un ojo llora y con el otro repica


martes, 28 de octubre de 2014

Apostillas al refranero. Uvas, siembras y santos

            El calendario, el santoral y las faenas agrícolas han estado siempre estrechamente relacionadas en la tradición popular española. En el equinoccio de otoño (23 de septiembre) se iguala la duración del día y de la noche. Es época de lluvias y tormentas en ocasiones violentas; acordaos de las temidas gotas frías. Pocos días después se celebra la fiesta de san Miguel (29 de septiembre), momento en que los últimos frutos del año se encuentran ya en sazón y están listos para la recogida. Es la fiesta otrora elegida para marcar el final de los contratos de los jornaleros agrícolas. Miguel significa en hebreo ‘¿Quién como Dios?’, el grito de guerra que lanzó cuando las huestes de Luzbel se levantaron contra el Eterno, y es el arcángel protector: aparte de la actuación referida, protege a Daniel del fuego, y en el Apocalipsis se enfrenta contra el dragón. En el santoral moderno, se le han anexado los otros dos arcángeles: Gabriel, ‘Dios es mi fuerza’, el mensajero por excelencia, pues anuncia el nacimiento de Juan Bautista, la Encarnación a María, la Navidad a los pastores y, en el Islam, también comunica a Mahoma; y Rafael, ‘Dios cura’, que sana a Tobit y acompaña a Tobías en su viaje hasta Sara. El 4 de octubre, en plena vendimia, san Francisco de Asís (día 4) es testimonio de un sarmiento fecundo unido a la vid, según la parábola evangélica, y da fruto sobreabundante. Y ya en el declinar del mes, santa Teresa de Jesús (15), cuyo centenario celebramos este curso, el evangelista san Lucas (18) y los apóstoles Simón y Judas (28). Entrados ya en noviembre, san Martín de Tours (11), momento en que se iniciaba la actividad en los tribunales, en el Parlamento, en que se pagaban los arrendamientos, rentas, alquileres, y se renovaban los contratos.
 
RECUERDA:
 
Por san Simón siembra varón
Por san Gil enciende tu candil
Por san Martino encierra tu vino
Por san Lucas bien saben las uvas
Por Todos los Santos, nieve en los cantos
Otoñada buena, por san Bartolomé comienza
O seco o mojado, por san Lucas todo sembrado
Por san Simón y san Judas, recogidas son las uvas
San Miguel pasado, tanto manda el amo como el criado
 
 Viene san Martín en caballo chiquito; tapa la cuba y evita el mosquito


lunes, 27 de octubre de 2014

Apostillas al refranero. Capricho

            Juan de Tassis Peralta, conde de Villamediana, nació en Lisboa en 1582,  durante el reinado de Felipe II, en la época en que los dos países estuvieron unidos bajo la misma Corona (reinados de Felipe II, III, IV y Carlos II, hasta la celebración del Tratado de Lisboa, en 1668). Don Juan fue un excelente poeta, frecuentador en Madrid de tertulias literarias en que conoció e hizo amistad con figuras como Lope de Vega, los hermanos Argensola, Antonio Mira de Amescua y Luis de Góngora, maestro al que trató de emular sobre todo con sus sonetos. Debió ser un punto filipino de mucho cuidado. Casado con Ana de Mendoza, llevó una vida galante llena de aventuras, algunas de carácter tabernario; enemistado con personajes de la Corte, les dedicó epigramas tan jocosa y dolorosamente punzantes que provocaron su destierro a Nápoles, hecho al que también contribuyeron sus excesos de jugador empedernido; enamorado hasta los tuétanos de Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, sus amores pretendidos o reales lo transformaron en personaje de leyenda. Dos anécdotas, de autenticidad muy discutida, han dado la vuelta al mundo. En una corrida celebrada en la Plaza Mayor de Madrid, el conde alanceó un toro cuya muerte había brindado a la reina con gran pericia. Cerca del rey, alguien comentó que don Luis picaba muy bien, a lo que el monarca, notoriamente molesto quizá por las habladurías y con doble intención, repuso que picaba muy bien, pero que picaba muy alto. La segunda acaeció en Aranjuez durante la representación de La gloria de Niquea, escrita por el conde. En una dependencia se produce un incendio y, para salvar a la reina, don Juan la toma en brazos y se la lleva. Lo más curioso es que días después, hallándose en compañía de don Luis de Haro, el conde murió asesinado a la puerta de su casa.
 
RECUERDA:
 
Tras la miel está la hiel
Si culo veo, culo quiero
Sarna con gusto no pica
Nada hay tan bueno como lo ajeno
Mucho más se desea lo que se veda
Carga que con gusto se lleva no pesa
Hay ojos que se enamoran de lagañas
Sarna con gusto no pica, pero a veces mortifica
 
 Lo que en una edad apetece, en otra aborrece