viernes, 16 de enero de 2015

Apostillas al refranero. Cántaros y piedras

            Muerto el rey don Sebastián de Portugal en la batalla de Alcazarquivir, en el norte de África y conseguida la corona portuguesa por Felipe II, hubo una serie de impostores que intentaron hacerse pasar por el difunto rey. El más famoso de todos fue el toledano Gabriel de Espinosa, quizá a causa de que su peripecia fue recogida como asunto de varios textos literarios, de entre los que destaca El pastelero de Madrigal, de José Zorrilla, quien se salta a la torera la historia y presenta a Gabriel como el auténtico don Sebastián. El hecho histórico es que Espinosa tenía un parecido extraordinario con el monarca luso, de modo que un fraile agustino, fray Miguel dos Santos, urdió una trama para poner fin a la unión recién conseguida de los dos países ibéricos en la cabeza de Felipe II, e independizar el reino portugués. Fue tan hábil el fraile que convenció a doña Ana de Austria, hija del vencedor de Lepanto, para que reconociera al pastelero como el monarca extinto y fingiera estar dispuesta a casarse con él. De lo que no les advirtió el buen agustino es que habitualmente la cuerda de la guitarra se rompe por la parte más débil; de modo que, descubierta la impostura, Gabriel Espinosa fue decapitado, y su cuerpo descuartizado para alimento de aves de rapiña, fray Miguel ahorcado, y doña Ana recluida durante cuatro años a pan y agua en un convento de Ávila, al tiempo que perdía sus privilegios.
 
RECUERDA:
 
Cuanto menos bulto, más claridad
Todos los golpes van al dedo malo
Cuando una puerta se cierra, otra se abre
Tarde o temprano, lobos se comen al asno
Siempre se quiebra la soga por lo más delgado
Quien tiene el tejado de vidrio no tire piedras al de su vecino
Si el cántaro da en la piedra, mal para el cántaro; si la piedra da en el cántaro, mal para el cántaro
 
 Dios aprieta, pero no ahoga


martes, 13 de enero de 2015

Apostillas al refranero. Músicas celestiales


            Las promesas que nunca se cumplen y las palabras elegantes, pero vacías suenan a música celestial. No obstante, algunos tratados medievales de música distinguían la música de las esferas que se manifestaba en la regular distribución de los astros en el universo, en las distancias existentes entre ellos, en la velocidad de sus movimientos, en la armonía con que se trasladaban, y también en la consonancia con que se suceden los diferentes tiempos y las distintas estaciones. Acorde con esa música cósmica, hablaban de la humana, que reflejaba la armonía cuerpo-espíritu. Y se referían también a un tercer tipo: la instrumental o material. Todas ellas son concordes; en consecuencia, por la belleza en la ejecución de la música instrumental, el alma humana, desasida de lo material, puede elevarse a las más altas esferas. Es una concepción platónico-pitagórica que fray Luis de León hace propia en las dos odas quizá más bellas de las suyas originales: la tercera, dedicada al catedrático ciego Francisco Salinas, en la que, Fray Luis, al escuchar la música instrumental de su amigo, se siente transportado a esferas más altas; y la octava, Noche serena, donde, tras  ofrecernos la antítesis tierra/cielo, es decir, la antítesis entre su vida ajetreada de lucha constante en la Universidad frente al sosiego de la noche estrellada en La Flecha, a orillas del Tormes, y tras hacernos una descripción de la bóveda celeste expresa su ferviente anhelo de paz y de Dios: “Inmensa hermosura / aquí se muestra toda, y resplandece / clarísima luz pura, / que jamás anochece: / eterna primavera aquí florece”.
 
RECUERDA:

 
Hablar poquito y mear clarito
Por hablar poco, nada se pierde
Quien quiera ser rico ahorre del pico
La olla en el sonar y el hombre en el hablar
Habla poco, escucha más y no te arrepentirás
Al buey por el cuerno y al hombre por el verbo
El poco hablar es oro y el mucho hablar es lodo
Si quieres hablando no errar, piensa primero qué hablar
 

 Guárdate de hombre que no habla y de perro que no ladra
A quien no habla no lo oye Dios