jueves, 9 de abril de 2015

Apostillas al refranero. De tortijones, culos y...


            En el siglo XX se introdujeron en la lengua española dos cultismos de origen griego que son homófonos y homógrafos, es decir, suenan exactamente igual y se escriben del mismo modo, pero cuyos orígenes etimológicos divergen completamente; por eso, poseen significaciones totalmente diferentes. Son los dos términos ‘escatología’. El primer ‘escatología’, según el diccionario RAE, procede del griego esgatos, que significa ‘último’ y logia, ’estudio’, ‘ciencia’ y que estaría constituido por el conjunto de creencias o doctrinas referentes a la vida de ultratumba y formaría parte de la Teología. El segundo ‘escatología’, tendría su origen en el griego skwr, ’excremento’ y logia, ‘estudio’. Cabrían para esta escatología dos acepciones: la primera sería una acepción científica, a la que nuestros investigadores y médicos han dado el nombre de ‘coprología’, que es el estudio de los excrementos sólidos con diversos fines investigadores y clínicos. La segunda acepción, menos seria y más chocarrera estaría constituida por el uso de expresiones, imágenes y temas livianos, humorísticos e incluso soeces relacionados con los excrementos, tema que posee extensa tradición verbal en el pueblo español, tradición a que no son ajenos muchos de nuestros literatos, incluso los más grandes, aunque el neologismo aún no hubiera entrado en nuestra lengua en la época en que buena parte de tales escritores hizo uso de semejantes ardides, mañas y herramientas.

 
RECUERDA:

 A cada uno le huele bien el pedo de su culo
Tortijones a menudo, mensajeros son del culo
Caga el rey y caga el papa y sin cagar nadie se escapa
Andando por esas matas enseñé a mi culo a malas mañas
Ir a mear y no tirar un pedo es ir a una boda sin tamborilero
Quien mea y no pea es como quien va a la corte y no ve al rey
Aunque soy viejo y cansado, tres cosas bien hago: cuando me acuesto, meo; a media noche peo; y a la mañana cago.

 Hombre velloso o rico o lujurioso

domingo, 5 de abril de 2015

Apostillas al refranero. Obras son amores


            El día 1 de abril hube de tomar en Madrid el autobús urbano 26 para acercarme a Atocha, en cuya estación había de recoger a una amiga que llegaba en el AVE, había de trasladarse a la estación de Chamartín y no conocía los intríngulis de los trenes madrileños de cercanías. Ojeaba el periódico encaramado en uno de los asientos, cuando en una de las paradas vi subir a un señor, aproximadamente de mi edad, que llevaba orgulloso a una chiquilla en brazos, seguido de una mujer joven, mochila a la espalda, bandana a la cabeza, atada bajo el pelo del cogote, a la que seguía otro anciano con el que ella hablaba animadamente y que la seguía portador de una pequeña maleta. Pensé: dos abuelos, orgullosos de su nieta, que acompañan felices el uno a su hija y el otro a su nuera, y forman, satisfechos, la guardia de corps de la pequeñaja. Pero inmediatamente advertí que me había equivocado de medio a medio, pues la supuesta nieta iba inquieta entre los brazos del supuesto abuelo y buscaba insistentemente a la madre. El señor buscó una plaza libre, sentó a la niña, esperó a que llegara la madre y se retiró con leve inclinación de cabeza, sin dejar de sonreír. El que llevaba la maleta, aseguró el equipaje, hizo una caricia a la chiquilla y se apartó en dirección opuesta al otro. Evidentemente la historieta que yo me había montado era más falsa que los testimonios contra Jesús ante Caifás y Anás: ni había relación de parentesco, ni de amistad y posiblemente ni se conocieran. De todos modos, sentí un orgullo profundo por el comportamiento de aquellos dos hombres, de modo que me propuse hacerlos protagonistas incógnitos de la primera apostilla que escribiera: la que estás leyendo y que he terminado a las 12 y 58 del Jueves Santo de 2015.

 
RECUERDA:

 La sal, cuanto sala tanto val
Por sus obras los conoceréis
La cuba huele al vino que tiene
Quien no oye consejo no llega a viejo
El corazón y los ojos nunca son viejos
El agradecido no olvida el bien recibido
No es señor el que nace, sino el que serlo sabe
Viejo soy, mozo fui: nunca al bueno desamparado ni hambriento vi

 Si el mozo supiese y el viejo pudiese no habría nada que no se hiciese