Intentaré
dar respuesta a la pregunta que me ha llegado respecto a Juan Álvarez Gato. Fue
un madrileño del siglo XV, hijo de judíos conversos, cuya data exacta de
nacimiento se ignora. Entró al servicio de Enrique IV y se movió como poeta en
torno al favorito don Beltrán de la Cueva. Posteriormente se puso en Segovia al
servicio de la familia Arias Dávila. El atentado urdido por el Marqués de
Villena contra el patriarca de esta familia con la aquiescencia del monarca
indujo a Juan a pasarse al bando del infante don Alfonso y, muerto el joven, a
servir a su hermana Isabel. Vencedora Isabel de Castilla contra el rey de
Portugal y la Beltraneja en Toro, desempeñó el poeta diversos cargos al
servicio de la reina, como ‘contino’, escribano de cámara y mayordomo. Muy
satisfecha de sus servicios, lo premiaría con largueza en la ancianidad. La
palabra ‘contino’ tiene dos significados muy diferentes: En el reinado de
Isabel y Fernando se creó en Castilla la capitanía de ‘continos hombres de
armas’, cuyos miembros estaban integrados en las Guardias de Castilla; sus miembros
habían de ser hidalgos y habían de demostrar para su ingreso ‘pureza de sangre’,
cosa que de ningún modo podía hacer Juan. Los ‘continos’ designaban por otra
parte a quienes de manera continuada eran contratados para desempeñar cometidos
de tipo administrativo o cortesano, cual es el caso de Álvarez Gato. Como poeta
se dio a conocer solo a un reducido, aunque muy selecto círculo de amistades, por
lo que a su muerte fue casi olvidado hasta muy entrado el siglo XIX, a pesar de
que amén de su propio Cancionero, ciento cuatro de sus composiciones
fueron recogidas en el Cancionero General de Hernando del Castillo, poesías
amorosas, satíricas y religiosas. En el plano de Texeira de la villa de Madrid
de 1556 aparece ya la calle de Juan Álvarez Gato.
RECUERDA:
El que ley establece guardarla debe
Hombre bien agestado, bien mirado
El cura y el que cura no tienen hora segura
El que ama el peligro en el peligro perecerá
Hombre pusilánime ni para sí ni para nadie
Ni pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió
El que ha de reprender procure ser irreprensible
Penas, cenas y malas razones matan a los hombres