¡Qué
semanita! Empezaron unos calificando la masacre de Niza como un accidente de
tráfico instrumentalizado mediáticamente como ataque terrorista para infundir
miedo; siguieron otros asegurando que habían transiccionado un mecanismo
unilateral de ejercicio democrático para activar la convocatoria de Asamblea
Constituyente donde advertían que las leyes de desconexión no eran susceptibles
de control, suspensión o impugnación por parte de ningún otro poder, juzgado o
tribunal, lo que vendría a ser algo así como la proclama del rompimiento con
España. Apenas acababa de digerir el contenido de los dos textos, alguien con
cierto infantilismo afirmó que solo apoyaría a un presidente del PP si el
actual candidato no fuera candidato, “sin que esto suponga que vetamos a nadie”,
razonamiento que considero contradictorio. Y mientas trataba de entenderlo,
alguien sostenía que si el aspirante que más votos obtuvo en las últimas
elecciones fuera investido Presidente, le quitaría las ganas de vivir, hipérbole
verbal digna de comadre de mercado de barrio. Para liarla aún más, a algún
inexperto se le ocurre comprometer la neutralidad que debe tener la Corona, pidiendo que el Rey aconseje
qué votar a un grupo político. Y para acabar de hacerlo, aparecen unos votos
fantasma cuyo origen nadie conoce, pero que todos dan por hecho son de nacionalistas
que quieren romper España, con los que el Presidente en funciones ha
trapicheado. Como el voto era secreto, y los sospechosos o callan o niegan la
mayor, todo son suposiciones y chismes, dimes y diretes. Y no quiero seguir,
que, para muestra, los botones que ofrezco bastan. Así está el patio.
RECUERDA:
Por la boca muere el pez
Quien mal dice, peor oye
Mucho hablar, mucho errar
Hablar bien no cuesta dinero
Presto es dicho lo que es bien dicho
Sanan llagas y no palabras emponzoñadas
Sanan lanzadas, pero no palabras envenenadas
La lengua no tiene hueso, pero corta lo más grueso