En la acera
de enfrente de los animales reales se aposentan los animales fabulosos y
legendarios que, por lo que dicen, no han existido, aunque también posean su
historia. Cerbero, fue un can dotado de tres cabezas, con el cuello
erizado de serpientes. Defendía la entrada de los Infiernos en donde permitía
la entrada a las sombras de los muertos, pero impedía que pudieran salir. Los grifos,
aves fabulosas con cabeza de águila y cuerpo de león alado, guardaban el tesoro
de Apolo, contra los ataques de los Arimaspos, individuos que poseían solo un
ojo y eran buenos arqueros; la Esfinge, poseía rostro y pecho de mujer,
cuerpo de león, alas, como las harpías, y cola de dragón. Se colocaba a la
entrada de Tebas y dirigía preguntas a los caminantes. Si las respuestas no
eran satisfactorias, era muerto y devorado al instante, hasta que Edipo acertó
la respuesta, así que el monstruo se arrojó por un acantilado. Los centauros
poseían busto de hombre y cuerpo de caballo, se alimentaban de carne cruda, tenían
inclinación inmoderada al vino y a las mujeres. El Minotauro poseía
cabeza de hombre y cuerpo de toro, fruto de los amores aberrantes de Parsifae,
esposa de Minos, con un toro blanco. Se alimentaba de carne humana devoraba
cada año siete mancebos y siete doncellas que los atenienses pagaban a Minos,
tras ser derrotados por él. El basilisco poseía cola de serpiente,
cuerpo de sapo y cabeza de gallo, y era capaz de matar simplemente con la
mirada, aunque cuando se pone uno hecho un basilisco es muy plausible que le dé
un infarto, así que ni la mirada sería necesaria. El unicornio fue un
caballo poseedor de un solo cuerno en la frente a cuyas partículas limadas se
atribuía una potencia sexual inmensa. Figura en el escudo de armas de la Casa
Real británica. Pegaso, caballo alado, símbolo de un excelente camión
español, solo pudo ser domado por Belerofonte, a quien derribó cuando pretendía
subir al Olimpo, por lo que fue transformado en constelación.
Vase la fiesta y queda la bestia
Caballo que vuela no quiere espuela
Sufre el asno la carga, pero no la sobrecarga
En los nidos de antaño no hay pájaros hogaño
Quien malo tiene el rabo no puede estar sentado
Sabiduría de pobre hombre, belleza de pata y fuerza de ganapán, nada
real