Me entero por la prensa del
fallecimiento de José Luis Sánchez Paraíso, y la noticia, penosa, me
trae recuerdos del curso 64-65 en Salamanca. Era ya en ese año director del Colegio
Mayor de San Bartolomé el catedrático de la Facultad de Medicina don Julio
Rodríguez Martínez, quien allá por el curso 73-74, habiendo sido nombrado
Ministro de Educación, se haría famoso por intentar establecer el calendario
escolar denominado Juliano, según el cual los cursos escolares habrían
de iniciarse en enero, con el año, y no en octubre. Pero no corramos tanto y
volvamos a Salamanca al curso 64-65. Don Julio Rodríguez quería que los
estudiantes del Bartolo hiciéramos deporte y ejercicio en lugar de
amuermarnos físicamente, así que contrató a don Carlos Gil, creador e
impulsor de la Escuela de Velocidad Salmantina, para que dos días a la semana
nos baqueteara el cuerpo de manera adecuada. Quizá el señor Gil no
dispusiera de demasiado tiempo, de modo que en ocasiones, alguno de sus alumnos
lo sustituía. Y así fue como conocí personalmente al entonces campeón de España
en velocidad: José Luis Sánchez Paraíso. Cuando él nos dirigía era
exigente y no permitía escaqueos. Una vez que nos había zurrado la badana
adecuadamente y estábamos a punto de caramelo, colocaba el potro, el
caballo y el plinto uno tras otro para saltarlos en el escaso espacio de que
disponíamos. El primer día que lo hizo, estábamos acojngustiaditos. Nos
reconvino primero, nos explicó lo sencillo que sería hacer tres saltos seguidos
aprovechando la inercia del empuje, nos animó a intentarlo y, sin darnos
cuenta, nos mentalizó de tal modo que lo que antes nos parecía imposible resultó
posible al primer intento. José Luis fue internacional en 72 ocasiones, participó en dos
Juegos Olímpicos, en tres Campeonatos de Europa al aire libre, en otros tres en
pista cubierta, en cuatro Juegos del Mediterráneo, amén de haber sido campeón
de España en 100 y 200 metros lisos en doce ocasiones. ¡Honor y Gloria!
RECUERDA:
Pan y agua de Salamanca
Principio quieren las cosas
La cara es el espejo del alma
Obra empezada, medio acabada
Venga el bien y venga por doquier
A Dios rogando y con el mazo dando
A la mala costumbre, quebrarle la pierna
El cuerdo nunca está satisfecho de lo hecho
Entre san Pedro y san Juan, las yerbas olores dan