viernes, 5 de febrero de 2016

Apostillas al refranero. La dama, el trovador y...


            Hubo en el siglo XIV un trovador gallego a quien la leyenda ha transformado en el prototipo de los enamorados. Malas lenguas aseguran que más bien debiera serlo de los tontos. Yo carezco de opinión al respecto, pues no quiero ser mozo mesturero, que diría el arcipreste de Hita, así que opine cada uno lo que quiera. Lo cierto es que todo en la vida del poeta está revestido de un cendal de misterio. Quizá naciera en Padrón, actual provincia de La Coruña,  hacia mediados de la centuria arriba citada; pudiera ser que hubiera estado al servicio de don Enrique de Villena, y pudiera también haber sucedido que muriera hacia 1414 en la fortaleza de Santa Catalina de Arjonilla, hoy provincia de Jaén, a manos de don Hernán Pérez de Padilla. Según la leyenda acerca de su muerte, en una de las versiones, porque existen varias, un buen día se encontró el trovador en un camino con una dama cuya vida había salvado otrora y estuvieron en amable y agradable cháchara algún tiempo. Habiendo partido la dama, Macías se puso a besar la tierra hollada por los zapatos de la hermosa, de la que se había prendado platónicamente. El marido pidió al poeta abandonara el lugar. Como el vate se negara en redondo a obedecerlo, celoso el marido, lo atravesó con su lanza y dejó cruelmente que se desangrara mientras recitaba encendidos versos de amor. Según otra versión más conocida y utilizada por diversos autores teatrales que han tratado el tema, Macías murió sí, atravesado por la lanza de un marido celoso, cansado del mosconeo constante del poeta que entonaba día y noche canciones amorosas al pie de la torre donde residía la dama.

 RECUERDA:

 Quien dijo amor dijo dolor
Galán atrevido, de damas preferido
El mal de amor no lo quita el doctor
A amante que no es osado, darle de lado
El enamorado y el pez frescos han de ser
Tener amor y tener seso, ¿cómo puede ser eso?
Corazón apasionado no quiere ser aconsejado

 A quien mal marido tiene, nunca se le muere