viernes, 17 de julio de 2015

Apostillas al refranero. Recetas y memoria


            A lo largo de los siglos se ha dado una importancia extraordinaria al cultivo de la memoria. Pues nuestros antepasados y aun buena parte de nosotros mismos no hemos dispuesto de mails, pendrives, facebooks, smartphones, tuitters, wifis, whatsapps, instagrams y demás perendejadas, habíamos de esforzarnos en retener contenidos, y de mejorar los recursos mnemotécnicos, y cada cual tenía sus truquitos para conseguirlo. Uno de los recursos empleados era utilizar el verso, porque todos los elementos propios del ritmo ayudaban a prolongar la retención. Se trataba de una verdad mnemotécnica tan ampliamente aceptada que incluso algunos libros de recetas de cocina se escribían en verso. En Las mil peores poesías de la lengua castellana, Jorge Llopis remeda en versos tetrasílabos una de esas recetas al tiempo que rinde homenaje al erudito, bibliófilo, periodista y poeta extremeño Bartolomé José Gallardo, a quien humorísticamente la atribuye:

En el agua                              Luego, un nabo,                     Y si sigues
de un puchero,                       luego, un puerro;                    ese método,
echa carne                              luego, un trozo                       sin comerlo                            
y echa huesos,                         de tubérculo.                          ni beberlo,
y tocino                                  Que se cueza                          hallaraste,
bien añejo,                              todo al fuego                           suculento,
y garbanzos                            --grata espera,                         un cocido
que sean buenos                      dulce sueño--.                         madrileño.

 
RECUERDA:

 
No comas crudo ni andes a pie desnudo
Vinagre con miel saben mal y hacen bien
Días y ollas son menester para convalecer
No comas caliente y no perderás el diente
Toma leche, bebe vino y te harás de viejo niño
No busques de qué murió quien carne asada cenó
Si quieres llegar a viejo, guarda aceite en el pellejo

 Mucha parte de la salud es querer ser sano

 

Apostillas al refranero. Trampas y engaños


            Uno de los edificios más representativos y sobresalientes de la ciudad de Valencia es la Lonja de Mercaderes y Consulado del Mar, conocido popularmente como la Lonja o Lonja de la Seda por haber sido este el producto con que durante mucho tiempo se comerció allí. Comenzó a construirse en 1483 en el barrio medieval de los mercaderes, y es fruto del esplendor y riqueza alcanzados por el comercio en la entonces más poblada ciudad de España, según proyecto de los arquitectos Pere Compte y Joan Ibarra, quienes tardaron quince años en levantar el edificio. Hubo que expropiar nada menos que veinticinco viviendas, en cuyos solares se alzó el nuevo edificio. Posee cuatro puertas de acceso, una a cada calle que la limita. Creo yo que la más hermosa es la que permite el acceso desde la Avenida de María Cristina, en la zona de la plaza del Mercado. Puerta de arco rebajado, con parteluz. En el tímpano, la Virgen con el Niño. Las molduras que decoran la parte exterior del arco nos ofrecen tanto en la arquivolta de la derecha como en la de la izquierda, sendas bocas que narran un mismo hecho, pero las narraciones no coinciden, difieren, porque una de las bocas falta a la verdad. Si uno pasa al interior y es capaz de reaccionar ante la belleza de lo que admira, y se fija en la inscripción latina del arranque de las bóvedas, en la que se alaba el comercio que se ejerce en la verdad, sin cometer fraudes, y el préstamo que se hace sin usura; y se añade que el mercader que así se comporta rebosará en riquezas y alcanzará la vida eterna, uno ata cabos y advierte que el mensaje de la piedra y el de la inscipción coinciden, que era necesario aleccionar a los mercaderes en aquello que erraban desde puntos de vista morales.

 
RECUERDA:

 
Vender gato por liebre
El gato escaldado del agua fría huye
La mucha cortesía es anuncio de engaño y falsía
El que fuera va a casar o va engañado o va a engañar
Cuando el tabernero vende la bota o sabe a pez o está rota
Quien me hace la fiesta que no me suele hacer, engañarme quier
Moza hermosa, con dinero, yo forastero… ¿y a mí me la dan? Trapalán, trapalán
Quien me hace más merced que me suele hacer o me quiere comprar o me quiere vender.

 Quien hurta a ladrón cien años ha de perdón