domingo, 4 de septiembre de 2016

Apostilas al refranero. Alquézar III


            Y allá en lo alto de la cresta rocosa, dominando los cañones del Vero y protegiendo el caserío que se extiende a sus pies, rodeado por murallas almenadas, se encuentra el conjunto que forman el antiguo castillo medieval, del que se conserva un torreón y algunos lienzos de muralla, y la colegiata, levantada en el siglo XVI sobre el antiguo templo románico, del que solo queda parte del atrio, decorado con capiteles con escenas de episodios narrados en el Génesis. Es la colegiata un templo de una sola nave, con bóvedas de crucería estrellada y altar mayor concebido como monumental sagrario, según es frecuente en la zona, pues, dotado de un óculo central, permite la exposición constante del Santísimo, ya que el óculo sería la ventana del sagrario, la ventana, en este caso, de una habitación donde se reserva la Eucaristía. Y tampoco podía escapar la colegiata, como es habitual en edificio que se precie en el Somontano, a la ostentación de su fantasma. Cuentan que cierto monje recorre la colegiata y en determinadas circunstancias hace tañer una campana cuyo sonido anuncia que ha acontecido un hecho extraordinario no deseado o el fallecimiento de algún pecador irredento. Vox populi, el fantasma de la colegiata es un antiguo anacoreta del santuario de la Virgen de Lecina. Persona muy sobria en costumbres  y prudente en todo, cometió un pequeño desliz con una morica a cuyos encantos sucumbió. Arrepentido de su falta, se sometió a las penitencias más duras hasta que murió en soledad y fue enterrado por pastores que habían visto sus actos de arrepentimiento. A pesar de todo, ¡pobre alma en pena!, la suya vaga por la colegiata sin posibilidad de descanso.

RECUERDA:

El que mal vive, poco vive
El yerro del médico la tierra lo tapa
El gato escaldado del agua fría huye
Pues que el amor lo hace, requiescat in pace
Nunca diga el caminante: ‘De esta agua no beberé’
Quien da lo suyo antes de morir prepárese a sufrir
Salir al lobo al camino, como la gansa de Cantimpalos
 ‘¡Qué linda mata de romero!’, y era un cardo borriquero

 Si la lengua erró, el corazón no