En
el tramo final del antiguo cauce del río Turia se alza la conocida en Valencia
como Ciutat de les Arts y les Ciències, un conjunto de edificios vanguardistas
espectaculares proyectados por el arquitecto Santiago Calatrava: el palau de
les Arts Reina Sofía, l’Hemisfèric, l’Umbracle, el Museo de las Ciencias, el
puente de l’Assut de l’Or, popularmente conocido como Jamonero, y el Ágora, en cuya construcción se ha empleado cemento
blanco, vidrio, acero, granito y planchas de cerámica como revestimiento, a las
que se denomina trencadís. El único
edificio ultramoderno de la zona no diseñado por Calatrava, sino por Félix
Candela es l’Oceanogràfic, cuyas cubiertas parabólicas evocan nenúfares que
flotaran en el agua. De los calatraveños, acaso el más aparatoso e
impresionante sea el palau de les Arts que, según la perspectiva, puede semejar
un barco o el casco gigantesco de un guerrero cósmico, con una longitud de más
de doscientos metros, ochenta de anchura y setenta y cinco de altura. Sin
embargo, parece que al pobre un maleficio lo hubira hechizado, pues primero se
inundaron sus salas ropero y se echó a perder el vestuario de una ópera cuya
puesta en escena hubo de posponerse. Más tarde, se desprendieron muchos metros
cuadrados del trencadís del casco, fue necesario
retirar el resto y hacer un nuevo recubrimiento. Para remate de fiestas, la
directora de programación fue acusada ante los tribunales por malversación y aún
continúa la Justicia instruyendo la causa. En fin, ni que fuera el rigor de las
desdichas.
Nadar y nadar y a la orilla ahogar
Predicar en desierto, sermón perdido
Más enseñan los desengaños que los años
Agua en cesto, amor de niño y viento de culo todo es uno
Sacó lo que la negra en el sermón, la cabeza caliente y los pies fríos