Se me
ha preguntado también por el esperpento. Don Ramón María del
Valle-Inclán creó un género teatral al que denominó esperpento, cuya
primera muestra fue una obra a la que denominó Luces de bohemia. Max
Estrella, el protagonista de la obra, en conversación con don Latino de
Hispalis lo define así: “Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos
dan el esperpento”. Los héroes clásicos eran semidioses que se distinguían por
sus virtudes o por su valor y fortaleza. Excepcionalmente, los seres humanos
eran elevados a la categoría de héroes, como Edipo de Tebas. Estos héroes
se hallaban marcados por un destino inexorable, que se cumplía por más esfuerzo
que hicieran para que no ocurriera así. Si los héroes clásicos (hermosos,
fuertes, vigorosos, decididos) se miran en los espejos cóncavos, se transforman
en seres humanos viejos, canijos, mezquinos que, sin embargo, quieren parecer héroes
clásicos, de modo que, en lugar de ser sublimados en el cumplimiento de su
deber, actúan caricaturescamente. Seres grotescos de inicios del siglo XX, individuos
resentidos, se transforman en antihéroes que utilizan el lenguaje coloquial
para expresar una crítica corrosiva, despiadada, demoledora de la realidad política
y social de la época. Valle-Inclán incluyó también en el grupo de esperpentos
las tres piezas teatrales contenidas en Martes de carnaval: Las galas
del difunto, Los cuernos de don Friolera y La hija del capitán.
No obstante, los rasgos esperpénticos son constantes en toda la producción
literaria de don Ramón, pues más que un género literario concreto es una técnica
que él acentuará a medida que pasa el tiempo: novelas como Tirano Banderas
y la trilogía recogida en el incompleto El ruedo Ibérico: La corte de
los milagros, Viva mi dueño, Baza de espadas, muestran de
modo evidente esa técnica.
RECUERDA:
Mal ajeno no trae consuelo
Ruin sea quien por ruin se tiene
Mal de muchos, consuelo de tontos
El mal que no es durable es tolerable
Nadie es adivino del mal que está vecino
El mayor mal de los males es tratar con animales
Mal que espera bonanza no es mal de importancia
Mal que no tiene remedio, olvidarlo es el mejor medio