sábado, 16 de agosto de 2014

Apostillas al refranero: Deformaciones


            No sé si os habrá sucedido en alguna ocasión algo semejante a lo que os voy a referir: Cuando trato habitualmente con alguien o con algo a veces lo  llego a estimar tanto y lo considero tan íntimamente mío que me permito incluso hacer cambios sin contar con nadie, precisamente por lo profundo de la estimación que siento. Me sucede, por ejemplo con todos mis hijos. Tanto es así que para nombrar a cada uno de ellos no empleo más que monosílabos: un monosílabo para cada uno, como si se tratara de un término hipocorístico reducido a la mínima expresión. Y lo utilizo yo solo; nadie más. Lo curioso es que ellos me contestan como si de verdad fueran tales términos hipocorísticos, con toda naturalidad. Con los refranes me sucede no algo parecido, pero sí que el trato con ellos me lleva a hacerlos tan míos que de vez en cuando voluntariamente los trabuco, de modo que adrede escribo equivocadamente palabras trastocadas o tergiversadas, y también en otras ocasiones los deformo de tal modo que los hago difícilmente reconocibles. Por ejemplo: el clásico “no por mucho madrugar amanece más temprano”, lo trabuco en no por mucho tempranar amanece más madruga; y el no menos clásico “a palabras necias oídos sordos”, lo deformo en el siguiente galimatías: A signos lingüísticos emitidos por laringes inconscientes, trompas de Eustaquio en el más completo estado de letargo. Te propongo un juego: identifica a qué refranes corresponden las siguientes trabucaciones y deformaciones.

 
RECUERDA:

 
Ojos que no ven, gabardina que te mojan
A la tercera edad, erupciones exantemáticas
Volátil senecto cajita de alambres de oro rechaza
A cuadrúpedo equino regalado no le periscopees el incisivo
Quien a buen profesor se arrima buena calabaza le cae encima
Quien en la pubertad no marcha acelerado en la senectud galopa
Dermatosis parasitaria contagiosa habida con satisfacción no desazona
El homo sapiens y el plantígrado carnívoro cuanto menos agraciados mejor

 
Quien hábilmente distrae caudales de un mangui recalcitrante como el buen ladrón será acogido


Ojos que no ven, corazón que no siente
A la vejez, viruelas
Pájaro viejo no entra en jaula
A caballo regalado no le mires el diente
Quien a buen árbol se arrima buena sombra lo cobija
Quien de joven no corre, de viejo trota
Sarna con gusto no pica
El hombre y el oso cuanto más feo más hermoso


Quien roba a un ladrón ha cien años de perdón

jueves, 14 de agosto de 2014

Apostillas al refranero. El dinero



Poderoso caballero es don Dinero
 
 
Madre, yo al oro me humillo;                         Nace en las Indias honrado,
él es mi amante y mi amado,                          donde el mundo le acompaña;
pues, de puro enamorado,                              viene a morir en España,
de contino anda amarillo;                              y es en Génova enterrado.
que pues, doblón o sencillo,                           Y pues quien le trae al lado
hace todo cuanto quiero,                               es hermoso aunque sea fiero,
poderoso caballero                                    poderoso caballero
es don Dinero.                                            es don Dinero.

                                                                          Francisco de Quevedo
 
RECUERDA:

 No hay compañero como el dinero
Quien tiene dinero pinta panderos
Quien tiene dinero tiene compañeros
Ojo al dinero, que es amor verdadero
Solo una cosa no tiene pero: el dinero
Con salud y dinero hago lo que quiero
A gloria huele el dinero, aunque se saque del estercolero

 
No hay mal tan lastimero como no tener dinero

lunes, 11 de agosto de 2014

Apostillas al refranero. Parentescos


            Hay parentescos que son vínculos de consanguinidad, en tanto que otros establecen vínculos de solo afinidad, es decir, la relación se establece mediante el matrimonio y se da entre cada cónyuge y los familiares del otro cónyuge. Nuestra sociedad tiene una especial inquina a ciertos lazos de afinidad, hasta el punto de que en ocasiones incluso el nombre que ha elegido para designarlo aporta una carga de connotaciones negativas. Madrastra, por ejemplo, es palabra que se ha creado sobre la raíz ‘madre’, quizá el más hermoso vocablo del diccionario; pero lleva el aditamento de un sufijo despectivo que echa a perder el derivado. Sin llegar a tales extremos, palabras tan inocentes como ‘cuñado’ (del latín cognatum = con + natum), que otrora significó en general ‘pariente’ y se especializó después en la relación que hoy significa, aporta también un contenido negativo, sobre todo en su forma femenina. Finalmente, cuenta Melchor de Santa Cruz que un marido trataba de reconciliar a la madre con su esposa, así que pidió al pastelero le hiciera una tarta con la efigie de la madre y se la envió a su mujer. Cuando esta la probó, parece ser que exclamó: “¡Aun de azúcar, amarga!”

 
RECUERDA:

 
Madrastra, madre áspera
Madrastra, ni de cera ni de pasta
Diablo y suegra, palabras negras
Parentesco que empieza por cu, pa tú
Al cuñado, acuñarlo y al hermano, ayudarlo
La nuera por la suegra, cáganse en la puerta
Suegra, nuera y yerno, la antesala del infierno
Yerno, sol de invierno: sale tarde y pónese luego
Cuñadas buenas..., en todo el mundo dos docenas
Suegra que se lleva la muerte, desgracia con suerte
Aquella es bien casada que no tiene suegra ni cuñada
Cuñada y suegra, ni de barro buena; nuera, ni de barro ni de cera
 

 Tres veces Juan se casó, y con tres suegras convivió; si al infierno no fue, aquí lo pasó