sábado, 4 de febrero de 2017

Apostillas al refranero. Suposiciones e invenciones


            Dicen que en tiempos de Maricastaña, existió un señor de horca y cuchillo conocido como Blas, aunque yo pongo en duda el dicho, porque tales señores no atendieron nunca por el nombre a secas y menos un nombre tan frecuente, que no admitía queja ni apelación después de emitir su fallo en los innumerables litigios con que lo incomodaban sus vasallos, individuo del que procede la expresión ‘lo dijo Blas, punto redondo’. Más datos, y más recientes, si bien con frecuencia contrarios, son los atribuidos a Picio, posiblemente un zapatero granadino, condenado a muerte, que, hallándose en capilla, fue indultado. La terrible impresión de la noticia le llenó el rostro de pupas y nacencias que le hicieron perder el pelo, las cejas, las pestañas…, y hubo de vivir con la cabeza tapada el resto de sus días para que las gentes, asustadas por su fealdad, no salieran corriendo. Malas lenguas añaden que, en trance de muerte, llamó a un cura para que le administrara los últimos auxilios, y, si pudo confesarlo cara a cara, le aplicó los óleos con una caña a fin de no tener que acercársele, tal era la risa que le provocaba su fealdad. De Ambrosio, el de la carabina, se cuenta que era un pegujalero sevillano, más bueno que el pan, quien, cansado de malas cosechas y onerosos gravámenes ahorcó la azada y el arado, como un estudiante ahorca los libros, y se echó al monte cual nuevo salteador de caminos, armado con una carabina; pero era tal su bonhomía, se hizo en el territorio tan proverbial su candidez que nadie le hacía caso cuando perpetraba un asalto, así que, avergonzado y corrido, hubo de volver deprimido a su pegujal y a sus aperos, sin haber disparado ni una sola vez la carabina, posiblemente cargada con cañamones. La Catalina del ‘que si quieres arroz’ fue una judía de la época de Juan II Trastámara, esposa de un judío converso. La buena mujer no tomaba más que arroz, no por hacer dieta adelgazante, que en aquel entonces era cosa que no se estilaba, sino por ahorrar. Del que no he tenido noticias es del tal Zafra, cuyo entierro transcurrió en medio de un diluvio ("llueve como el día que enterraron a Zafra"), a no ser que se tratara de Fernando de Zafra, secretario de Isabel I de Castilla, negociador de la rendición del reino de Granada; mas nada dicen al respecto los anales.

RECUERDA:
 
Pan con pan, comida de tontos
Olla sin sal, al gato se puede dar
La carne en calceta, para quien la meta
Caracol de mayo, la candela en la mano
Olla sin sal, haz cuenta que no tiene manjar
Si no miras más que al papo, ¡güay del saco!
No hay carne perdida sino la liebre asada y la perdiz cocida
Si tienes gana de morir, come carnero asado y échate a dormir
Si quieres ver a tu marido enterrado, dale a cenar carnero asado

 Quien todo junto lo traga, todo junto lo caga

domingo, 29 de enero de 2017

Apostillas al refranero. Frases hechas


            Si como en otra Apostilla mostraba, nuestra lengua dispone de rica variedad de tipos de tonto, más rica es aún en frases hechas, cargadas en ocasiones de arcanos significados, difíciles de desentrañar. ¿Quién va de coronilla o anda de coronilla? Sin duda, quien tiene mucho trabajo e intenta hacerlo con toda diligencia, mas casi siempre sin dar abasto, porque está hasta la coronilla de quienes le ponen trabas, hasta que llega el momento de que no da pie con bolo, se pone en el disparadero, y arma la marimorena, e incluso la de San Quintín. Puede que incluso llegue a vocear a grito pelado, tan vehementemente proclamado que fuera capaz de poner el grito en el cielo, algo así como si el grito hubiera tenido pellejo y se lo hubieran arrancado sin que lo anestesiaran previamente, o que grite como un descosido. ¿Por qué, se pregunta Tono en su astracanada ¡Qué bollo es vivir!, tienen que ser los descosidos quienes más gritan? ¿Acaso por lo que pudiera verse a través del agujero? Andar como un zascandil es ir de acá para allá como un informal, aturdido y entrometido, cual auténtico correveidile. Aunque, dado que el número de zascandilas sea posiblemente superior a su homónimo masculino y que las correveidilas sean también más abundantes, exijo, en tanto feminista de pro, no se las discrimine, y la RAE acepte las formas femeninas y las recoja de modo inmediato en su Diccionario. Y en cuanto a eso de trabajar como un negro, me río yo. ¿Trabajar los negros? ¡Ja! Quienes trabajan incluso en los macropuentes españoles capaces de durar una semana entera con pilares en santa Constitución y en la Inmaculada son los chinos, que no cierran sus establecimientos aunque se los sellen con pegamento Imedio. ¡Qué tíos más listos, los chinos! Conque se los engañaba como a un chino, ¿eh? ¡Abrid los ojos!, pues tras sus estereotipadas sonrisas, que nada tienen de simples, se comportan como el pueblo más listo y astuto. ¿Y en cuanto a hacer el indio? ¿A qué indios alude la sapiencial frase? ¿A los hindúes de las llanuras indogangéticas o a los habitantes de los pueblos que abarcan en América desde los algonquinos del norte hasta los araucanos del sur?

RECUERDA:
No subas para bajar ni bajes para subir
Solo Dios acierta a reglar con regla tuerta
Dios escribe derecho con renglones torcidos
Temprano se recoge quien tarde se convierte
Quien quiere la rosa, aunque se pinche, no se enoja
Quien paga a otro en su misma moneda, pagado queda
El sordico de la mora, que oía los cuartos, pero no las horas
Tenga el juez una oreja para el demandante y otra para la otra parte

 Quien obedece, a todos bien parece