¡Qué
perezosos hemos sido los españoles! Tan vagos que hasta –dicen—inventamos la siesta de pijama y orinal…; y sin
embargo, una de nuestras preocupaciones primeras en el Nuevo Mundo fue dotar de vías de comunicación estables a las
ciudades, para que su vida pudiera desarrollarse en plenitud, de modo que los caminos reales constituyeron una de las
prioridades de la política de la Corona en aquellas tierras. Los caminos reales tenían una anchura media
de entre ocho y diez varas, de modo que eran transitables para cuadrúpedos y
carruajes. El Camino Real México-Veracruz,
que unía la capital virreinal con el puerto veracruzano, ya en 1540 era
recorrido por unos cien tiros de mulas en las dos direcciones. En su
construcción y mejora intervinieron técnicos tan famosos como el ingeniero
militar Juan Bautista Antonelli. En
el mismo virreinato, arteria fundamental fue el Camino Real México-Acapulco. El Camino
Real de Chiapas conducía de México a Guatemala, y más al sur, nacía el Camino Real de Lima-Venezuela, en el virreinato de Nueva Granada atravesaba los Andes
ecuatorianos. El Camino Real del Alto
Perú sirvió para unir Lima, la
capital peruana primeramente con la ciudad de Córdoba, en Argentina, si bien más tarde se prolongaría hasta la
Avenida Rivadavia, en la propia Buenos
Aires, con lo que alcanzaría una longitud de casi tres mil kilómetros.
Mención aparte merece el Camino Real de
Tierra Adentro, ruta de más de 2500 km.,
que se mantuvo abierta entre 1598 y 1882. Pasaba por regiones muy poco
integradas en el imperio español, y zonas de escasa población y a veces poco
conocidas, al que dedicaremos otra apostilla. Fue declarado por la UNESCO Patrimonio
de la Humanidad el 1 de agosto de 2010.
RECUERDA:
Del buen trato nace el ingrato
Quien miel se hace, moscas lo comen
Quien mucho se abaja el culo enseña
Quien se deja cinchar se deja montar
Quien todo es miel cómenlo las abejas
En casa del bueno, el ruin junto al fuego
Viva la gallina aunque sea con su pepita