sábado, 23 de septiembre de 2017

Apostillas al refranero. Caminos y siestas


         ¡Qué perezosos hemos sido los españoles! Tan vagos que hasta –dicen—inventamos la siesta de pijama y orinal…; y sin embargo, una de nuestras preocupaciones primeras en el Nuevo Mundo fue dotar de vías de comunicación estables a las ciudades, para que su vida pudiera desarrollarse en plenitud, de modo que los caminos reales constituyeron una de las prioridades de la política de la Corona en aquellas tierras. Los caminos reales tenían una anchura media de entre ocho y diez varas, de modo que eran transitables para cuadrúpedos y carruajes. El Camino Real México-Veracruz, que unía la capital virreinal con el puerto veracruzano, ya en 1540 era recorrido por unos cien tiros de mulas en las dos direcciones. En su construcción y mejora intervinieron técnicos tan famosos como el ingeniero militar Juan Bautista Antonelli. En el mismo virreinato, arteria fundamental fue el Camino Real México-Acapulco. El Camino Real de Chiapas conducía de México a Guatemala, y más al sur, nacía el Camino Real de Lima-Venezuela, en el virreinato de Nueva Granada atravesaba los Andes ecuatorianos. El Camino Real del Alto Perú sirvió para unir Lima, la capital peruana primeramente con la ciudad de Córdoba, en Argentina, si bien más tarde se prolongaría hasta la Avenida Rivadavia, en la propia Buenos Aires, con lo que alcanzaría una longitud de casi tres mil kilómetros. Mención aparte merece el Camino Real de Tierra Adentro, ruta de más de 2500 km., que se mantuvo abierta entre 1598 y 1882. Pasaba por regiones muy poco integradas en el imperio español, y zonas de escasa población y a veces poco conocidas, al que dedicaremos otra apostilla. Fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad el 1 de agosto de 2010.

RECUERDA:

Del buen trato nace el ingrato
Quien miel se hace, moscas lo comen
Quien mucho se abaja el culo enseña
Quien se deja cinchar se deja montar
Quien todo es miel cómenlo las abejas
En casa del bueno, el ruin junto al fuego

Viva la gallina aunque sea con su pepita

domingo, 17 de septiembre de 2017

Apostillas al refranero. Bárbaros españoles


         Según la propaganda de los enemigos de España, sobre todo la desarrollada en el mundo entero desde el Siglo de las Luces hasta el pasado siglo de siglas, especialmente por Francia y Gran Bretaña, qué intolerantes, qué inicuos, qué depravados, qué explotadores, qué nefastos y qué nefandos debimos ser los españoles en nuestros comportamientos habidos en todo el Imperio Español, desde su inicio allá por el 1500 hasta su acabamiento allá por los últimos años del siglo XIX. Sí, muy malos…; y, sin embargo, fuimos los primeros en preocuparnos del poblamiento y urbanización de las ciudades: En 1502, el gobernador de La Española, fray Nicolás de Ovando, estimula el desarrollo urbano de Santo Domingo impulsando el mestizaje, legislando la elección de alcaldes y corregidores, organizando el reparto de tierras entre españoles e indígenas. Alonso de Ojeda trazó el plano de la ciudad según la cuadrícula romana: calles en línea recta, manzanas cuadradas o rectangulares, una plaza mayor, centro de la vida urbana, a uno de cuyos lados debía construirse la iglesia mayor y enfrente, el edificio del cabildo. De acuerdo con este esquema se construirían otras ciudades: Veracruz, La Habana, Campeche… En 1535, don Antonio de Mendoza, nieto del Marqués de Santillana, renovó el plan, trazando calles más anchas, que permitieran el paso de carruajes, casas con edificios de poca altura, de modo que recibieran sol abundante y estuvieran bien ventiladas e iluminadas: Puebla de los Ángeles, Oaxaca, Valladolid fueron levantadas o mejoradas en México según el nuevo plan. En 1573, se decretó el Plan de Ordenamiento Urbano de las Indias en que se prohíbe ocupar asentamientos de indios, se insiste en seleccionar lugares adecuados, tener en cuenta las temperaturas y los vientos dominantes para determinar la orientación y la anchura de las calles. En 1590, Bautista Antonelli creó un plan de urbanismo mucho más completo por orden de Felipe II. Esto solo en el siglo XVI.

RECUERDA:
No hay miel sin hiel
Buscar tres pies al gato
Donde las dan, las toman
Habló el buey y dijo: “¡Mu!”
A palabras torcidas, respuesta derecha
El que dice lo que no debe oye lo que no quiere
La ley del embudo: para mí lo ancho, para ti lo agudo

 Sabiduría probada es tener la lengua refrenada