sábado, 24 de octubre de 2015

Apostillas al refranero. Desatinos, impertinencias y estímulos


            En El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes introdujo una serie de relatos episódicos a los que se conoce como novelas incidentales, entendida la novela a la manera italiana, como una narración breve. Unas se enlazan estrechamente en el argumento de la obra, como sucede con la historia de Dorotea, Cardenio y Luscinda; otras apenas tienen que ver con la trama central, como la de Marcela y Grisóstomo; alguna refiere episodios reales de la vida del autor, como la Historia del cautivo, y una hay que no tiene nada que ver con El Quijote, El curioso impertinente. Es esta, una novela psicológica que abarca los capítulos XXXIII-XXXV, leída por el cura a cuantos se hallan en la venta en que sirve Maritormes, excepto a don Quijote que primero duerme, y pelea después denodadamente y sin tregua contra un gigante cuya sangre correrá a raudales escapada de ciertos cueros de vino. Según la novelita, en la ciudad de Florencia viven dos caballeros, Anselmo y Lotario, conocidos cono ‘los dos amigos’. Anselmo contrae matrimonio con Camila. Pasados los fastos de la boda, Lotario reduce al mínimo su presencia en casa del amigo, pero Anselmo le recrimina su actitud y le insta a venir a su casa como cuando estaba soltero. Pasa el tiempo y un buen día, el casado manifiesta a Lotario que desea probar la fidelidad de Camila y quiere que sea él, Lotario, quien la ponga a prueba cortejándola. A pesar de todos los razonamientos, a pesar de las negativas, a pesar de todos los pesares, se ve constreñido a dar satisfacción a Anselmo, quien se ausenta de la ciudad. Una y otra vez Lotario refiere la fidelidad de Camila, pero don erre que erre lo obliga a insistir, hasta que tanto va el cántaro a la fuente… ¿Imagináis cómo acaba todo por un capricho tonto? Pues eso.

 
RECUERDA:

 
La ocasión hace al ladrón
La ocasión la pintan calva
Puerta abierta, al santo tienta
La ocasión, asirla por el pezón
Sobre un huevo pone la gallina
Ánimo a las gachas, que son de arrope
La letra con la sangre entra y la labor con dolor
No por mucho madrugar amanece más temprano

 A lo más oscuro amanece Dios
Cuando el sol sale, sale para todos

domingo, 18 de octubre de 2015

Apostillas al refranero. Mieles y hogazas


            Una vez delimitadas en la ciudad de Valencia las zonas correspondientes a cada una de las tres etnias y religiones, los cristianos se organizaron en parroquias cuyos templos aglutinaron en sus cercanías la población de los barrios. Extramuros, se levantó una serie de conventos alrededor de los que también se crearon nuevas zonas pobladas, de modo que para proteger los que habían surgido fuera del perímetro de las murallas existentes, fue necesario elevar nuevos muros en el siglo XIV, hecho que triplicaría el espacio hasta entonces intramuros. Pedro el Ceremonioso creó la Fábrica de Murs i Valls que se encargaría de construir y también conservar el alcantarillado, las acequias, los puentes y pretiles y las cruces de término. Las murallas musulmanas no se derribaron, pero fueron abiertos portales para facilitar la comunicación intramuros de las diferentes zonas. La cerca del nuevo perímetro defensivo tenía cuatro puertas (Mar, San Vicente, Quart y los Serranos) y ocho portillos. Fue el siglo XIV una época en que se ponen las bases para el florecimiento y esplendor que se alcanzarán en el XV. Se construye el puente de los Serranos y el de la Trinidad, se incrementa la actividad comercial, sobre todo la exportación tanto de productos autóctonos como del resto de España. La actividad mercantil crece incesantemente y en 1383 se emite la primera letra de cambio en la península Ibérica.

 
RECUERDA:

 La hogaza no embaraza
El que menos corre, vuela
A las obras, con las sobras
Piedra de iglesia oro gotea
Los duelos con pan son menos
Por mucho pan, nunca es mal año
Huerta con palomar, paraíso terrenal
Quien tiene mucha miel, de ella come en el pan
A la moza bermeja por el pico le entra, que no por la oreja

 Échame pan y llámame tonto