sábado, 31 de octubre de 2015

Apostillas al refranero. Libre como el viento


            En 1877, don José María de Pereda, el más significativo escritor del costumbrismo montañés y uno de los novelistas más importantes del Realismo español, publicó El buey suelto, su primera novela extensa en la que responde a la tesis que sobre el matrimonio ofrece el escritor francés Honoré de Balzac en Les petites misères de la vie conjugale. El protagonista de El buey suelto es Gedeón un joven adocenado, egoísta y ruin por el que van pasando los años hasta transformarlo en un solterón cuyas relaciones sociales se limitan a otros tres solterones, conocidos por las gentes como Anás, avaro, Caifás, celoso, y Herodes, atildado. La cuarta pata de la mesa sería Gedeón, conocido como Pilato. Razona este que el matrimonio es un presidio para el hombre, ya que lo esclaviza y lo infama. Niega la paz del hogar para el casado, niega el amor conyugal y niega la necesidad de los hijos. Aduce que el matrimonio desestabiliza, enerva y empequeñece al varón, así que, para evitar los mezquinos y opresores lazos familiares, decide intentar ser libre como el pájaro y el viento. Para ello, toma un ama de llaves, la señora Braulia, y una sirvienta, Solita. Encaminadas de ese modo las cosas, cree Gedeón tener cuanto necesita: quien le administre los bienes y quien le sirva y aderece el ordinario sustento, de modo que, como el buey, empezará a lamerse en su libertad. Y sin embargo…, nada le sale como deseaba, así que no serán de extrañar estas palabras salidas de su boca: “¡Y dicen que el buey suelto bien se lame! ¡Lo que se lame son las ronchas y las palizas que le cuesta su libertad! […] ¡Otro gallo me cantara si yo me hubiera casado a tiempo!”

 
RECUERDA:

 El buey suelto bien se lame
Quien puede ser libre no se cautive
Más vale soltero andar que mal casar
Mejor ser cabeza de ratón que cola de león
Más vale ser buena enamorada que mal casada
Más vale ser amo de cabaña que mozo de campaña
Más vale viña heredada que mujer con dote y galas
Teniendo lengua y qué comer irá el hombre por doquier
Quien por el mundo quiere andar salvo, ha de tener: ojos de halcón y orejas de asno; cara de simio y boca de puerco;  espaldas de camello y piernas de ciervo

 Mientras en mi casa me estoy, rey me soy