Íñigo
de Zaidín fue un noble aragonés del siglo XIII, compañero riguroso a lo largo de la vida de quien llegaría a
ostentar el título de Rey Jaime I el Conquistador. De niños se educaron juntos en
el castillo de Monzón, en la juventud pelearon codo con codo en las mismas
lides. La constancia, el valor, la fidelidad para con su amigo hicieron de Íñigo
el modelo de caballero que imitar. En la conquista de Mallorca fue tal el
arrojo y la valentía de que hizo gala que su amigo, el rey, le entregó como
esclava a la hija del mismísimo monarca a que acababan de derrotar. La mora
poco a poco fue adueñándose del corazón del caballero. La recompensa del rey
Jaime no acabó ahí: Cuando decidió invadir la isla de Ibiza, puso al frente de
la expedición a su mejor amigo y compañero. Sin embargo, la empresa resultó un
desastre. Los cristianos no sorprendieron a los moros ibicencos sino que fueron
sorprendidos desde el primer momento con fuerte resistencia, como si conocieran
de antemano en lugar en que iban a desembarcar y adivinaran una y otra vez sus
estrategias, así que el ejército aragonés fue masacrado y de Íñigo de Zaidín no
volvió a saberse nada. Años después, un anacoreta se hacía famoso en las
laderas del Monte Perdido por su ascetismo riguroso, por su bondad y por su
entrega a quienes a él acudían en demanda de orientación o consejo. Cuando se
produjo el fallecimiento del eremita en la cueva donde se recogía, quienes
acudieron a darle tierra encontraron un pergamino, diz que escrito con sangre,
en que el caballero Íñigo de Zaidín pedía perdón a Jaime I por haberlo
traicionado a él y a los camaradas de armas en la desastrosa expedición, por
amor a su esclava mora.
RECUERDA:
Son uña y carne
El peor testigo, el que fue tu amigo
Cuando fueres a la venta, que la ventera sea tu parienta
Si quieres de tu amigo probar la voluntad, finge necesidad
Lo malo me compre el amigo, que lo bueno ya está vendido
La tramontana no tiene abrigo ni el hombre pobre tiene amigo
Reniego del amigo que conmigo come lo mío y lo suyo consigo