Mª
Elvira Roca Barea sostiene que el conocimiento universal de la derrota de la
Invencible, frente al casi total desconocimiento de la derrota de la armada de
Isabel I, comandada por Drake, es causa de la eficacia de la propaganda inglesa
frente a la ineficacia de la española, hecho que condujo a la aceptación
general de las tesis isabelinas. ¿Cuántos saben que la Invencible no fue
enviada para anexionar las islas al imperio
español, sino para apoyar a una parte notable de población británica cuyos
bienes y cuyas vidas peligraban, por ser católicos, a causa de la
intransigencia y la persecución desatada contra ellos por los anglicanos, tras
la muerte de María Tudor? ¿Cuántos conocen la diferente actitud de Felipe e
Isabel tras las derrotas de sus armadas? J. F. C. Fuller pone de manifiesto
cómo Felipe II atiende a sus soldados y marinos derrotados, en sus calamidades,
procurando aliviar los sufrimientos provocados por la desastrosa expedición,
mientras Isabel I, preocupada por reducir gastos, hizo pasar a los derrotados
por tan graves penalidades que algunos murieron en situación de total abandono.
Lord Burglhey escribe a la reina tres días después de haber regresado de la
persecución: Las enfermedades y la muerte
están causando estragos entre nosotros; resulta doloroso ver cómo aquí en
Margate no hay lugar para estos hombres y muchos de ellos fallecen en las
calles. Pocos días después insiste:
Es lastimoso presenciar cómo los hombres padecen después de haber prestado tal
servicio… Valdría más que la reina
hiciera algo en su favor, aun a riesgo de gastar unas monedas, y no los dejara
llegar a semejante extremo, porque en adelante quizá tengamos que volver a
necesitar sus servicios. La hábil propaganda de Isabel I conseguiría convencer a propios y
extraños y la ayudó incluso a resolver problemas internos.
RECUERDA:
Afición ciega razón
No hay miel sin hiel
Hecha la ley, hecha la trampa
Por ser rey se quiebra toda ley
Más come la usura que la oruga
Hui de la ceniza y caí en las brasas
No es el bien conocido hasta que es perdido
Quien no es dueño de sí no es dueño de nada