lunes, 27 de junio de 2016

Apostillas al refranero. Misa antes de la alborada


            Se cuenta que hace siglos un día las campanas de la iglesia de Benasque llamaron a misa mucho antes de que rayara el día, tan a deshora que sorprendieron a la dulera, la mujer que lleva a pastar las cabras de los vecinos del pueblo, que aún no había hecho sonar el cuerno, y se preguntaba quién diría la misa a aquellas horas. Cuando sonó la última llamada solo alguna mujer mayor acudía al templo, casi sobre el último tañido de la campana, pues el mosén no había avisado con anterioridad de tal celebración. Cuando las escasas asistentes entraron en la iglesia, el cura se hallaba ya ante el altar y la casulla era de misa de difuntos. Las viejas se miraron, pues aquel cura por detrás no tenía el aspecto de su párroco: era más alto, y la casulla le colgaba como si pendiera de una percha. Extrañadas, siguieron los latines litúrgicos hasta el momento en que el cura se volvió para el ‘Dóminus vobiscum’ en que, aterradas, vieron que la cara del sacerdote era una descarnada calavera. Salieron del templo como almas en pena, y la noticia se extendió por el lugar como reguero de pólvora encendida y fue comidilla diaria, así que cuando al cabo del tiempo volvieron las campanas a llamar a misa antes del alba, fueron los feligreses que acudieron más numerosos, y ya no solo mujeres ancianas. También el cura se hallaba ante el altar, dispuesto a comenzar, y todo fue sucediendo lo mismo que en la primera misa, hasta que se volvió el celebrante, momento en que todos los asistentes, menos uno, que aguantó venciendo los temores, salieron disparados como cohetes. Dio el extraño cura la bendición al valiente y se retiró a la sacristía. Dicen que cuando llegaron en tropel el mosén titular y una serie de curiosos, en la sacristía ya no había  nadie, y el párroco constató que todo se hallaba conforme él lo había dejado la noche anterior. Dicen también que nunca han vuelto a sonar después las campanas a deshora.

RECUERDA:

Más vale poco que nada
Más vale tarde que nunca
El que la sigue la consigue
Uno y ninguno, todo es uno
Mejor es pan duro que ninguno
Todo es menester, sopas y sorber
No hay cosa honesta que provechosa no sea

 No hay ruin que no se tenga por bueno