Leo
en La Gaceta de Salamanca del sábado 29 de abril de 2017 este titular: Patrimonio autoriza el derribo del
“Bartolo”, y viene a mi mente algún soneto quevedesco de los llamados
filosóficos: ¡Bien te veo correr, tiempo ligero, / cual por mar ancho despalmada
nave!..., y el terrible, desolado y desasosegador ¡Cómo de entre mis
manos te resbalas! / ¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!, cuyo verso final,
referido a la vida, resulta casi nihilista: cuán frágil es, cuán mísera, cuán
vana. Me explico: “El Bartolo” ha sido desde hace mucho tiempo en Salamanca
el colegio mayor de San Bartolomé, el más antiguo de España, fundado en el
siglo XV por el arzobispo don Diego de Anaya Maldonado para que sus hijos pudieran
residir mientras estudiaban en la ciudad del Tormes. Y no penséis mal del buen
don Diego, uno de los pocos humanos que habrá pasado por todos los estados que
se puede pasar en la vida: soltero, casado, viudo y, habiendo enviudado, se
hizo sacerdote y llegó a la mitra arzobispal de Salamanca y de Sevilla. Después
de nuestra última guerra civil, se ubicó el renacido colegio en un edificio de
la plaza de Fray Luis de León, al que se hicieron diversos añadidos para que
pudiera recibir a mayor número de estudiantes. En él residí durante los cinco
años que estudié en Salamanca. Enfrente teníamos otro colegio mayor de nueva
creación: el colegio Fray Luis de León, conocido como el Fray Luis, a
secas. Podéis suponer que entre los estudiantes de ambos nació una rivalidad
grande que nunca pasó de la broma. Y que abarcó desde los uniformes hasta una
especie de West side Story entre un estudiante del Bartolo y la
hija de un director del Fray Luis. Del derribo se librará la parte más
antigua, no los añadidos. El edificio que surja, albergará el aulario de Cursos
Internacionales. En el proyecto primitivo se recogía la construcción de un
aparcadero subterráneo que ha sido desechado pues las catas llevadas a cabo han
detectado la existencia de restos de la antigua iglesia de San Bartolomé, del
siglo XII. Al echar la vista atrás, también Jorge Manrique me viene a las
mientes, pues “no hay cosa fuerte” y “se va la vida apriessa como
sueño”.
RECUERDA:
La mocedad holgada trae la vejez trabajada
De mozo muy jaranero; de viejo gran rezador
La juventud tiene la fuerza y la vejez la prudencia
Ni para mozo hay mal cocinero ni para viejo fiel despensero
El viejo en su tierra y el mozo en la ajena mienten de igual manera
El viejo por no poder y el mozo por no saber dejan a la moza sin lo que
puedes entender