sábado, 14 de marzo de 2015

Apostillas al refranero. De pleitos y monederos.


            Luis Vélez de Dueñas o de Santander es posiblemente, exceptuado Tirso de Molina, el dramaturgo de mayor riqueza teatral entre los discípulos de Lope de Vega. Nacido en Écija en 1579, se graduó en la Universidad de Osuna como Bachiller en Artes, aunque después abandonó la carrera. Muy joven, sirvió al cardenal de Sevilla Rodrigo de Castro. Pasó luego a Italia donde sirvió como soldado y participó en diversas expediciones por el Mediterráneo. A su regreso a España se instaló en Madrid, donde cambió su apellido por Vélez de Guevara. Muy pronto se hizo famoso en la corte como poeta y sirvió a distintos nobles. No obstante, sus ingresos económicos fueron siempre escasos y la falta de dinero fue constante a lo largo de su vida. Su familia además fue muy numerosa, pues se casó en cuatro ocasiones, así que se vio en la necesidad de sablear a distintos personajes, dedicándoles memoriales poéticos. Como era maldiciente, poco agradecido, descontentadizo y carecía de la docilidad necesaria para someterse a amos y protectores, perdía una y otra vez los favores que se le otorgaban. Imprevisor, pródigo y muy vanidoso, el dinero se le iba de entre los dedos. Gozó de buenas amistades entre los escritores contemporáneos, como Cervantes, que lo elogia en  el Viaje del Parnaso y en el prólogo de Ocho comedias y ocho entremeses, dada su campechanía e ingenio; pero en los mentideros de la Villa y Corte circulaban y se hacían famosos epigramas, donaires, murmuraciones, anécdotas que lo enemistaron con un buen número de colegas con los que mantuvo pendencias y conflictos. Orgulloso, altivo y pobre paseaba por Madrid, y muchas veces hubo de ponerse a escribir apresuradamente para satisfacer las necesidades del momento.

 
RECUERDA:

 
Pleitos tengas y los ganes
Mucho pleitear hace menguar
Más vale mal concierto que buen pleito
En el pleito claro no es menester letrado
Más vale un mal arreglo que un buen pleito
Quien pleitea, el paso largo y la bolsa abierta
Más vale mala avenencia que buena sentencia
Entre padres y hermanos nunca metas tus manos
 

 A barriga llena, corazón contento

martes, 10 de marzo de 2015

Apostillas al refranero. Agua que no has de beber....

           
 
            Desde niño y a lo largo de toda mi vida he observado con estupor a las personas que aparecen con frecuencia queriéndose hacer notar, poseídas por un hondo afán de protagonismo. Se trata de esas personas que, si se inicia una conversación, cortan el razonamiento del interlocutor, llevándole la contraria o simplemente evitando que argumente, aunque ignore lo que va a decir. Si alguien intenta contraargumentar, se lo impide gesticulando y alzando la voz, como si en ello se hallara la fuerza de la razón. Además, buscan ser el perejil de todas las salsas, y lo intentan denodadamente hasta que empiezan a recibir revolcones, ya que ni están preparados ni tienen capacidad para abarcar todo cuanto desearían mangonear. Me han recordado siempre a esos chiquillos glotones, capaces de desear cuanto se les pone ante la vista, pero incapaces de meter en su estómago todo lo que por el ojo les había entrado, de modo que, cuando se les ve ya ahítos, alguien les dice con sorna: Se llena antes el papo que el ojo, ¿eh? Y claro, llega el momento en que a las tales personas el inexorable principio de Peter las envuelve de modo que se trasforman en el ejemplo viviente de la más total ineficacia, con lo que se convierten en un lamentable hazmerreír rodeado de dimes y diretes, y entonces emigran a otras latitudes o quizá longitudes, donde no son aún conocidos, para recomenzar la experiencia.

 
RECUERDA:

 
Ve enviado y ven llamado
No te metas donde no te llaman
Música, pintura y guerra, desde fuera
Agua que no has de beber, déjala correr
El pez que busca anzuelo, busca su duelo
No entres en lo vedado, que te reprenderá el amo
A bodas y niño bautizado no vayas sin ser llamado
No entres en huerto ajeno, que se molestará el dueño
 

 Tornaos a vuestro menester, que zapatero solíades ser