jueves, 21 de mayo de 2015

Apostillas al refranero. Como no soy río...


            Ya queda dicho en otra apostilla que el reinado de Enrique IV Trastámara fue un avispero de conspiraciones de la nobleza y del alto clero contra el rey, que el nacimiento de la princesa Juana y el encumbramiento de Beltrán de la Cueva dieron lugar a la formación de una liga nobiliaria encabezada en secreto por el marqués de Villena, no el de la Cueva de Salamanca, que había fallecido en 1434, sino el intrigante Juan Pacheco, duque de Escalona, recompensado con el marquesado de Villena por su participación en la primera batalla de Olmedo a favor de Enrique. El tal Juan Pacheco era un pozo de intrigas y deslealtades y un costal de embustes y falsedades: pactaba en secreto con la nobleza contraria al rey y al mismo tiempo denunciaba ante el monarca las conspiraciones nobiliarias que él mismo alentaba. Sustituido en el marquesado por Beltrán de la Cueva, apoyado por el arzobispo de Toledo, tío suyo, por el almirante de Castilla, el maestre de Calatrava, los condes de Benavente, Plasencia, Alba, Paredes, y el obispo de Coria, llegaron a conjurarse y a entrar en palacio con la intención de apoderarse del monarca. Aunque no lo lograron, humillaron al rey posteriormente, a quien obligaron a firmar el pacto de Cabezón, un irrespetuoso manifiesto acusatorio que Enrique, en lugar de reaccionar con la energía y la dignidad que la situación exigía, aceptó. Más tarde, desencadenada la guerra civil, derrotado el infante Alfonso en la segunda batalla de Olmedo, se dice que mandó envenenarlo, por lo que abrazó la causa de su hermana Isabel; mas, enojado por el matrimonio de esta con Fernando, intentó volver al servicio del rey Enrique.

 RECUERDA:

 Como no soy río, atrás me vuelvo
El que en sí confía yerra cada día
Necios y porfiados hacen ricos a los letrados
Otro gallo le cantara si buen ejemplo tomara
Todos los frutos maduran, pero el pero nunca
Donde sacan y no echan, buscan y no encuentran
Da Dios alas a la hormiga para que se pierda más deprisa
Quien predica en el desierto pierde el sermón y quien lava la cabeza al asno pierde el jabón

 Seso en prosperidad, amigo en adversidad y mujer rogada casta tarde se hallan