En el periodo invernal, por el que
caminamos ya hacia el equinoccio de primavera y que podemos considerar a partir
de año nuevo, nos encontramos en el calendario fiestas de muy diverso signo: Las
hay que, bajo la advocación de algún santo, sustituyen a tradiciones
precristianas, como sucede con la de san Antonio Abad, patriarca del monacato,
personaje histórico que vivió en Egipto entre el año 250 y el 356, del que nos
ha llegado incluso una carta manuscrita dirigida al abad Teodoro y a sus
monjes, y cuya biografía fue elaborada por su discípulo Atanasio de Alejandría.
Las hay purificadoras, como la Candelaria: en el siglo VII, la Iglesia romana
adoptó una fiesta que la Iglesia oriental celebraba desde el siglo IV, la Presentación
de Jesús en el Templo. Se la conoció originariamente como fiesta de san Simeón en recuerdo del patriarca que en el evangelio
de San Lucas espera poder ver al Salvador antes de morir y acude al templo el
día en que María y José presentan a Jesús. Simeón lo toma en brazos y profetiza
a María la intensidad del dolor lancinante que le atravesará el alma. Puesto
que, según la Ley hebrea, el rito de purificación de la madre había de
producirse a los 45 días del nacimiento del niño, la Iglesia romana fijó el 2
de febrero como fecha adecuada. ‘Candelaria’
alude a las velas (candelas) que se distribuyen a los fieles y a las que la
piedad popular atribuye virtudes protectoras contra las tormentas y todo tipo
de calamidades. Otras son orgiásticas, como las carnestolendas, las fiestas de
Carnaval; otras penitenciales, como el Miércoles de Ceniza, pórtico de todo el
periodo cuaresmal. Lo curioso es que los comerciantes han creado e impuesto una
fiesta laica para promocionar el consumo y, en consecuencia, la producción: El día de san Valentín. En realidad el calendario litúrgico celebra ese día a los
santos Cirilo y Metodio, evangelizadores de Rusia, a los que considera patronos
de Europa.
Por san Antón,
la gallina pon
San Antón da cueros
al lechón
San Matías cata
marzo a cinco días
Por san Vicente,
toda el agua es caliente
San Pedro y san
Felices, frío en las narices
Por san Matías
igualan las noches con los días
San Pedro y san
Felices quiebra el pan por las raíces
Por san Blas, la cigüeña verás y si no la vieres, año de bienes
San Vicente claro
ensancha el jarro; san Vicente oscuro, pan ninguno
San Matías, igualan
las noches con los días y pega el sol en las umbrías
San Silvestre y
santa Coloma, cuando el mes de enero asoma