Noche.
Este viento vagabundo lleva
las alas entumidas
y heladas. El gran Andes
yergue al inmenso azul su blanca cima.
La nieve cae en copos,
sus rosas transparentes cristaliza;
en la ciudad, los delicados hombros
y gargantas se abrigan;
ruedan y van los coches,
suenan alegres pianos, el gas brilla;
y si no hay un fogón que le caliente,
el que es pobre tirita.
Yo
estoy con mis radiantes ilusiones
y mis nostalgias íntimas,
junto a la chimenea
bien harta de tizones que crepitan.
Y me pongo a pensar: “¡Oh si estuviese
ella, la de mis ansias infinitas,
la de mis sueños locos
y mis azules noches pensativas!”
Rubén Darío. Azul
En diciembre, leña y duerme
Febrero, un día malo y otro bueno
El besugo de enero vale por un cordero
En menguante de enero corta tu madero
Sol de invierno sale tarde y pónese
luego
Sol de invierno y amor de puta,
poco dura
Cuando la Candelaria plora, el invierno
es fora
Ya vienen los dos hermanos: Moquita
y Soplamanos
En febrero busca la sombra el perro
y en marzo búscala el amo