Ya
sea por temor, ya por ignorancia existe en los humanos cierta tendencia a
atribuir carácter sobrenatural u oculto a determinados hechos. Es lo que
denominamos superstición. En España, por ejemplo, se halla muy extendida la
idea de que los martes son días que atraen desgracias, ¿por qué? La explicación
es muy sencilla. La culpa la tiene nuestra lengua madre, el latín. Sabemos que
nuestra lengua pertenece al grupo de las románicas, es decir, derivadas del
latín. Pues bien, en Roma, cada día de la semana estaba dedicado a un dios, del
cual tomaba el nombre. El primero fue dedicado a la Luna y se denominó Lunae dies, día de la Luna; el tercero, dedicado
a Mercurio, dios del comercio y de la actividad mercantil se denominó Mercurii dies; el cuarto a Júpiter,
protector de Roma, y se llamó Iovis dies,
porque el caso genitivo de Iupiter era Iovis, y de ahí procede nuestro jueves.
El quinto se dedicó a Venus, diosa de la belleza y del amor, madre de Cupido y
de Eneas, héroe que a la vuelta de Troya recaló en la comarca de Latio y es el
origen de los latinos. Fue el Veneris
(genitivo de Venus) dies, nuestro
viernes. ¿Y qué ha sucedido con el martes? Fue dedicado a Marte, padre de Rómulo
y Remo, los dos niños criados por la loba, y se denominó Martis dies. Pero Marte era también el dios de la guerra y...,
decidme, ¿podría hacerse algo positivo en un día consagrado a semejante dios?
Parece que nuestros antepasados consideraron que no, así que el martes recibió
el marbete de lo no deseado, de la desgracia, de la mala suerte. Olvidaos del sábado, cuyo nombre procede del hebreo y del domingo (dominicus díes, día del Señor) que es denominación muy posterior.
RECUERDA:
Año bisiesto,
año siniestro
Pascuas marciales,
año de males
Pascua en marzo,
señal de mal año
En martes ni te
cases ni te embarques
Martes, ni te cases,
ni te embarques ni tu cerdo mates
Derramar vino,
buen destino; derramar sal, mala señal
No hay puta ni ladrón que no tengan su devoción