viernes, 8 de agosto de 2014

Apostillas al refranero: Superstición

            Ya sea por temor, ya por ignorancia existe en los humanos cierta tendencia a atribuir carácter sobrenatural u oculto a determinados hechos. Es lo que denominamos superstición. En España, por ejemplo, se halla muy extendida la idea de que los martes son días que atraen desgracias, ¿por qué? La explicación es muy sencilla. La culpa la tiene nuestra lengua madre, el latín. Sabemos que nuestra lengua pertenece al grupo de las románicas, es decir, derivadas del latín. Pues bien, en Roma, cada día de la semana estaba dedicado a un dios, del cual tomaba el nombre. El primero fue dedicado a la Luna y se denominó Lunae dies, día de la Luna; el tercero, dedicado a Mercurio, dios del comercio y de la actividad mercantil se denominó Mercurii dies; el cuarto a Júpiter, protector de Roma, y se llamó Iovis dies, porque el caso genitivo de Iupiter era Iovis, y de ahí procede nuestro jueves. El quinto se dedicó a Venus, diosa de la belleza y del amor, madre de Cupido y de Eneas, héroe que a la vuelta de Troya recaló en la comarca de Latio y es el origen de los latinos. Fue el Veneris (genitivo de Venus) dies, nuestro viernes. ¿Y qué ha sucedido con el martes? Fue dedicado a Marte, padre de Rómulo y Remo, los dos niños criados por la loba, y se denominó Martis dies. Pero Marte era también el dios de la guerra y..., decidme, ¿podría hacerse algo positivo en un día consagrado a semejante dios? Parece que nuestros antepasados consideraron que no, así que el martes recibió el marbete de lo no deseado, de la desgracia, de la mala suerte. Olvidaos del sábado, cuyo nombre procede del hebreo y del domingo (dominicus díes, día del Señor) que es denominación muy posterior.
 
RECUERDA:
 
Año bisiesto, año siniestro
Pascuas marciales, año de males
Pascua en marzo, señal de mal año
En martes ni te cases ni te embarques
Martes, ni te cases, ni te embarques ni tu cerdo mates
Derramar vino, buen destino; derramar sal, mala señal
 Quien encuentra una herradura guárdela para su ventura


No hay puta ni ladrón que no tengan su devoción
 


miércoles, 6 de agosto de 2014

Apostillas al refranero: Silencio

Dice una coplilla popular: Más mata una mala lengua / que las manos de un verdugo: / el verdugo mata a un hombre / y una mala lengua a muchos. Quizá por eso don Francisco de Quevedo escribió varias letrillas satíricas ensalzando la virtud del silencio. Una de ellas lleva el título de Chitón. ¡Era él tan calladito, que nos servirá de ejemplo!
Santo silencio profeso:                                 Que tonos a sus galanes
no quiero, amigos hablar;                           cante Juanilla estafando,
pues vemos que por callar                          porque ya piden cantado
a nadie se hizo proceso.                               las niñas como alemanes; (4)
Ya es tiempo de tener seso:                         que en tono haciendo ademanes,
bailen los otros al son,                                 pidan sin ton ni son,
            chitón.                                                            chitón.
Que piquen con buen concierto                  Mujer hay en el lugar
al caballo más altivo                                     que a mil coches por gozallos,
picadores, si está vivo,                                  echará cuatro caballos, (5)
pasteleros, si está muerto;    (1)                   que los sabe bien echar.
que con hojaldre cubierto                            Yo sé quien manda salar
nos den un pastel frisón,(2)                         su coche como jamón,
           chitón.                                                           chitón.
Que pretenda el maridillo,                          Que pida una y otra vez,
de puro valiente y bravo,                             fingiendo virgen el alma,
ser en una escuadra cabo,                            la tierna doncella palma,
siendo cabo de cuchillo; (3)                         y es dátil su doncellez;
que le vendan el membrillo                        y que lo apruebe el jüez
que tiralle era razón,                                    por la sangre de un pichón, (6)
          chitón.                                                           chitón.
 (1) Los pasteles eran empanadas de carne picada. (2) El caballo frisón, de origen holandés, era muy grande y fuerte. (3) Las cachas de los cuchillos eran de cuerno; identifica al marido, por tanto. (4) Se decía que los italianos pedían rogando, los alemanes cantando y los españoles insultando. (5) Los caballos a que se refiere es a una enfermedad venérea. (6) Una forma de simular la virginidad perdida.
 
RECUERDA:
 
¡Punto en boca!
El que calla no yerra
En boca cerrada no entran moscas
Un nudo para la bolsa y dos para la boca
Oír, ver y callar, recias cosas son de obrar
Plata es el buen hablar; oro, el buen callar
Quien los labios se muerde más gana que pierde
El arte de bien hablar exige el arte de bien escuchar
 
 Lengua sabia no agravia


martes, 5 de agosto de 2014

Apostillas al refranero. Lágrimas

 
            ¡Qué imprevisible es el azar! Cuando mejores piezas ofrecía la trotaconventos a Juan Ruiz, cuando le había servido ya en bandeja a la hermosa viudita doña Endrina, cuando había puesto al alcance de su arco a la monja doña Garoza, vino sin previo aviso la gran empadronadora y segó con su guadaña a la vieja alcahueta. Como no podía ser de otro modo, el arcipreste de Hita lo lamenta y hace un sentido llanto funeral a la comadre, en el que denuesta y maldice a la muerte en tanto ensalza las virtudes de la correveidile, a quien supone en la Gloria en compañía de los mártires, pues, ¡pobrecilla!, constantemente había sido martirizada en el mundo por cada uno de los dos amantes de tantísimos apaños en que ella celestineó. Elogia sobre todo aquel anzuelo tan sutil del que no había ninguna que escapara. Y en tanto buen cristiano, el clérigo ofrecerá limosnas, oraciones y misas por la eficiente encandiladora, para que Dios la albergue entre sus santos. Claro que para cubrirse las espaldas pide a las damas que no se enfaden con él, pues si la zurcidora de gustos las hubiera servido tan bien como lo había servido a él, también ellas se comportarían del mismo modo. Finalmente, escribe un epitafio para la tumba de Urraca.
 
RECUERDA:
 
¡Lágrimas de cocodrilo!
Lágrimas quebrantan peñas
Lágrimas de damas son agua en la fragua
Lágrimas de mujer lo que no quieren no alcanzan
El labrador siempre está llorando o por duro o por blando
Lágrimas y suspiros mucho desenconan el corazón dolorido
Lloro de hembra no te mueva, que lloro de risa pronto engendra
Ni a la mujer qué llorar ni al perro qué mear nunca le ha de faltar
En mal de niño, cojera de perro y lágrimas de mujer no hay que creer
 
 Lágrimas de puta, amenazas de rufián y juramentos de mercader nunca se han de creer.


domingo, 3 de agosto de 2014

Apostillas al refranero. Misoginia

 
           
            La tendencia misógina, es en España anterior incluso al influjo de Boccaccio, pues se advierte ya en el Libro de Buen Amor, y será una constante en la literatura española hasta nuestros días. El siglo XV ofrecerá muestras destacadas en El Arcipreste de Talavera o Corbacho, de Alfonso Martínez de Toledo y en La Celestina, de Fernando de Rojas. El Arcipreste de Talavera se propone alabar el amor de Dios y reprobar el amor mundano. Dividida la obra en cuatro partes, la primera trata de las desgracias físicas y materiales del amor del mundo. La tercera es un estudio de la naturaleza humana y de su disposición para el amor. En la cuarta, rechaza que los astros puedan condicionar el destino del ser humano ya que el hombre está compuesto de cuerpo y alma y, aunque los astros sí pueden influir sobre el cuerpo, no pueden hacerlo sobre el alma. La segunda parte se centra en “los vicios, tachas y malas condiciones de las malas y viciosas mujeres”, a las que pone a escurrir por su avaricia, codicia, murmuración, envidia, inconstancia, desobediencia, soberbia, doblez, vanagloria..., aunque tampoco los hombres salimos muy bien parados por calzonazos y consintientes. Esa misoginia no es solo literaria, se da en todos los órdenes de la vida y en todas las épocas. ¿De qué, si no, iban a surgir coplillas como, “mujer que al andar culea / y al mirar sus ojos mece, / yo no digo que lo sea, / pero sí que lo parece.” E inevitablemente en el refranero había de recogerse esa tendencia vital.
 
RECUERDA:
 
No puede ser guardar a una mujer
Hable mi vecina y tenga mi costal harina
El melón y la mujer malos son de conocer
No hay cosa más pesada que la mujer liviana
La mujer y el vidrio siempre están en peligro
La lengua de la mujer larga todo lo que quier
Al diablo y a la mujer nunca les falta quehacer
Mujer, viento, tiempo y fortuna, presto se mudan
No creas, marido, lo que vieres, sino lo que yo te dijere
El humo, la gotera y la mujer parlera echan al hombre de su casa
La mujer se queja, la mujer se duele, la mujer enferma cuando ella quiere
 
La mujer que buen pedo suelta no puede ser sino desenvuelta