Y
allá en lo alto de la cresta rocosa, dominando los cañones del Vero y
protegiendo el caserío que se extiende a sus pies, rodeado por murallas
almenadas, se encuentra el conjunto que forman el antiguo castillo medieval, del
que se conserva un torreón y algunos lienzos de muralla, y la colegiata,
levantada en el siglo XVI sobre el antiguo templo románico, del que solo queda
parte del atrio, decorado con capiteles con escenas de episodios narrados en el
Génesis. Es la colegiata un templo de una sola nave, con bóvedas de crucería
estrellada y altar mayor concebido como monumental sagrario, según es frecuente
en la zona, pues, dotado de un óculo central, permite la exposición
constante del Santísimo, ya que el óculo sería la ventana del sagrario,
la ventana, en este caso, de una habitación donde se reserva la Eucaristía. Y
tampoco podía escapar la colegiata, como es habitual en edificio que se precie
en el Somontano, a la ostentación de su fantasma. Cuentan que cierto monje
recorre la colegiata y en determinadas circunstancias hace tañer una campana
cuyo sonido anuncia que ha acontecido un hecho extraordinario no deseado o el
fallecimiento de algún pecador irredento. Vox populi, el fantasma de la
colegiata es un antiguo anacoreta del santuario de la Virgen de Lecina. Persona
muy sobria en costumbres y prudente en
todo, cometió un pequeño desliz con una morica a cuyos encantos sucumbió.
Arrepentido de su falta, se sometió a las penitencias más duras hasta que murió
en soledad y fue enterrado por pastores que habían visto sus actos de
arrepentimiento. A pesar de todo, ¡pobre alma en pena!, la suya vaga por la
colegiata sin posibilidad de descanso.
RECUERDA:
El que mal vive, poco vive
El yerro del médico la tierra lo tapa
El gato escaldado del agua fría huye
Pues que el amor lo hace, requiescat in pace
Nunca diga el caminante: ‘De esta agua no beberé’
Quien da lo suyo antes de morir prepárese a sufrir
Salir al lobo al camino, como la gansa de Cantimpalos
‘¡Qué linda mata de romero!’, y
era un cardo borriquero
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