lunes, 20 de junio de 2016

Apostillas al refranero. Amigos, mujeres y traiciones


            Íñigo de Zaidín fue un noble aragonés del siglo XIII, compañero riguroso  a lo largo de la vida de quien llegaría a ostentar el título de Rey Jaime I el Conquistador. De niños se educaron juntos en el castillo de Monzón, en la juventud pelearon codo con codo en las mismas lides. La constancia, el valor, la fidelidad para con su amigo hicieron de Íñigo el modelo de caballero que imitar. En la conquista de Mallorca fue tal el arrojo y la valentía de que hizo gala que su amigo, el rey, le entregó como esclava a la hija del mismísimo monarca a que acababan de derrotar. La mora poco a poco fue adueñándose del corazón del caballero. La recompensa del rey Jaime no acabó ahí: Cuando decidió invadir la isla de Ibiza, puso al frente de la expedición a su mejor amigo y compañero. Sin embargo, la empresa resultó un desastre. Los cristianos no sorprendieron a los moros ibicencos sino que fueron sorprendidos desde el primer momento con fuerte resistencia, como si conocieran de antemano en lugar en que iban a desembarcar y adivinaran una y otra vez sus estrategias, así que el ejército aragonés fue masacrado y de Íñigo de Zaidín no volvió a saberse nada. Años después, un anacoreta se hacía famoso en las laderas del Monte Perdido por su ascetismo riguroso, por su bondad y por su entrega a quienes a él acudían en demanda de orientación o consejo. Cuando se produjo el fallecimiento del eremita en la cueva donde se recogía, quienes acudieron a darle tierra encontraron un pergamino, diz que escrito con sangre, en que el caballero Íñigo de Zaidín pedía perdón a Jaime I por haberlo traicionado a él y a los camaradas de armas en la desastrosa expedición, por amor a su esclava mora.

RECUERDA:

Son uña y carne
El peor testigo, el que fue tu amigo
Cuando fueres a la venta, que la ventera sea tu parienta
Si quieres de tu amigo probar la voluntad, finge necesidad
Lo malo me compre el amigo, que lo bueno ya está vendido
La tramontana no tiene abrigo ni el hombre pobre tiene amigo
Reniego del amigo que conmigo come lo mío y lo suyo consigo

 El perro es mi amigo, la mujer mi enemigo y el hijo mi señor

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