domingo, 17 de septiembre de 2017

Apostillas al refranero. Bárbaros españoles


         Según la propaganda de los enemigos de España, sobre todo la desarrollada en el mundo entero desde el Siglo de las Luces hasta el pasado siglo de siglas, especialmente por Francia y Gran Bretaña, qué intolerantes, qué inicuos, qué depravados, qué explotadores, qué nefastos y qué nefandos debimos ser los españoles en nuestros comportamientos habidos en todo el Imperio Español, desde su inicio allá por el 1500 hasta su acabamiento allá por los últimos años del siglo XIX. Sí, muy malos…; y, sin embargo, fuimos los primeros en preocuparnos del poblamiento y urbanización de las ciudades: En 1502, el gobernador de La Española, fray Nicolás de Ovando, estimula el desarrollo urbano de Santo Domingo impulsando el mestizaje, legislando la elección de alcaldes y corregidores, organizando el reparto de tierras entre españoles e indígenas. Alonso de Ojeda trazó el plano de la ciudad según la cuadrícula romana: calles en línea recta, manzanas cuadradas o rectangulares, una plaza mayor, centro de la vida urbana, a uno de cuyos lados debía construirse la iglesia mayor y enfrente, el edificio del cabildo. De acuerdo con este esquema se construirían otras ciudades: Veracruz, La Habana, Campeche… En 1535, don Antonio de Mendoza, nieto del Marqués de Santillana, renovó el plan, trazando calles más anchas, que permitieran el paso de carruajes, casas con edificios de poca altura, de modo que recibieran sol abundante y estuvieran bien ventiladas e iluminadas: Puebla de los Ángeles, Oaxaca, Valladolid fueron levantadas o mejoradas en México según el nuevo plan. En 1573, se decretó el Plan de Ordenamiento Urbano de las Indias en que se prohíbe ocupar asentamientos de indios, se insiste en seleccionar lugares adecuados, tener en cuenta las temperaturas y los vientos dominantes para determinar la orientación y la anchura de las calles. En 1590, Bautista Antonelli creó un plan de urbanismo mucho más completo por orden de Felipe II. Esto solo en el siglo XVI.

RECUERDA:
No hay miel sin hiel
Buscar tres pies al gato
Donde las dan, las toman
Habló el buey y dijo: “¡Mu!”
A palabras torcidas, respuesta derecha
El que dice lo que no debe oye lo que no quiere
La ley del embudo: para mí lo ancho, para ti lo agudo

 Sabiduría probada es tener la lengua refrenada

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