viernes, 25 de julio de 2014

Apostillas al refranero. Amistad

            ¡Cuánto se ha dicho y escrito acerca de la relación de afecto y confianza no basada en lazos familiares ni sexuales que se da entre personas, que nace espontáneamente, que va superando pruebas y creciendo a lo largo del tiempo, a la que llamamos amistad! ¡Y cuánto sobre el amigo como apoyo seguro, cobijo desinteresado, elixir de vida, tesoro escondido de valor incalculable, pues no puede ser medido por balanza alguna! ¡Dos palabras que, por el contenido de su raíz, pronuncia uno a boca llena, con plena satisfacción! Sin embargo, qué curioso y triste es advertir cómo el significado noble y hermoso de la raíz se estropea, se degrada e incluso se envilece en contacto con determinados sufijos: En buena parte de Hispanoamérica amiguero es la persona que gasta demasiado tiempo en conversaciones y trato con los amigos; el amigote, el compañero de diversiones y francachelas poco recomendable; y el amiguismo el favoritismo hacia los amiguetes.
 
RECUERDA:
 
En el peligro se conoce al amigo
El amigo probado y el melón calado
Prueba de amistad, cárcel y necesidad
Al buen amigo dale tu pan y dale tu vino
El mal amigo deja la paja y se lleva el trigo
De rico a pobre pasé y sin amigos me quedé
Peral que no tiene peras pocas visitas espera
Al amigo y al caballo, ni apretarlo ni apurarlo
Amigo del buen tiempo se muda con el viento
No es amistad la que siempre pide y nunca da
El pariente, como Dios te lo diere; el amigo, como tú lo eligieres
Ten qué dar y te vendrán a buscar; ponte a pedir y los verás huir
Cuando todos entran, el amigo sale; cuando todos salen, el amigo entra
Amigo que no presta y cuchillo que no corta, que se pierdan poco importa
 
El amigo que no es cierto, con el un ojo cerrado y con el otro abierto


No hay comentarios:

Publicar un comentario