viernes, 22 de agosto de 2014

Apostillas al refranero. Educación

            Los mayores han sentido siempre honda preocupación por educar adecuadamente a sus vástagos. Antiguamente la educación era única y no diferenciaba la educación familiar de la religiosa o de la cívica: los padres, los ancianos, los sacerdotes transmitían los usos, las costumbres, las tradiciones, las formas de comportamiento propias de la comunidad. Por medio de esa educación, los niños iban adquiriendo de modo progresivo los sentimientos, la manera de ser, la cultura de la familia, del pueblo, de la comarca, de la nación, al tiempo que se apropiaban también de los prejuicios. De este modo, se aseguraba la continuidad social entre generaciones. Tenía como base la corrección, para enmendar lo errado o defectuoso, la represión y el castigo, desde la más tierna infancia, que se aplicaba con cierto espartanismo, con poquitos mimos y, los pocos, a escondidas; de manera que los chiquillos aprendieran a asumir pronto responsabilidades para que no hubieran de lamentar en el futuro los errores del pasado o del presente. Ved una pequeña muestra.
 
 RECUERDA:
 
El niño regalado siempre está enojado
Lo que se aprende en la cuna siempre dura
Sin espuela y sin freno, ¿qué caballo es bueno?
Desde chiquito se ha de criar el árbol derechito
A la primera, perdón; a la segunda, con el bastón
Si no atajas de chico el yerro, siempre irá creciendo
Con el viento se limpia el trigo y los vicios con castigo
A los niños, de pequeños; que no hay después corrección para ellos
 
 Quien hace siempre lo que quiere, no siempre hace lo que debe


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