lunes, 11 de agosto de 2014

Apostillas al refranero. Parentescos


            Hay parentescos que son vínculos de consanguinidad, en tanto que otros establecen vínculos de solo afinidad, es decir, la relación se establece mediante el matrimonio y se da entre cada cónyuge y los familiares del otro cónyuge. Nuestra sociedad tiene una especial inquina a ciertos lazos de afinidad, hasta el punto de que en ocasiones incluso el nombre que ha elegido para designarlo aporta una carga de connotaciones negativas. Madrastra, por ejemplo, es palabra que se ha creado sobre la raíz ‘madre’, quizá el más hermoso vocablo del diccionario; pero lleva el aditamento de un sufijo despectivo que echa a perder el derivado. Sin llegar a tales extremos, palabras tan inocentes como ‘cuñado’ (del latín cognatum = con + natum), que otrora significó en general ‘pariente’ y se especializó después en la relación que hoy significa, aporta también un contenido negativo, sobre todo en su forma femenina. Finalmente, cuenta Melchor de Santa Cruz que un marido trataba de reconciliar a la madre con su esposa, así que pidió al pastelero le hiciera una tarta con la efigie de la madre y se la envió a su mujer. Cuando esta la probó, parece ser que exclamó: “¡Aun de azúcar, amarga!”

 
RECUERDA:

 
Madrastra, madre áspera
Madrastra, ni de cera ni de pasta
Diablo y suegra, palabras negras
Parentesco que empieza por cu, pa tú
Al cuñado, acuñarlo y al hermano, ayudarlo
La nuera por la suegra, cáganse en la puerta
Suegra, nuera y yerno, la antesala del infierno
Yerno, sol de invierno: sale tarde y pónese luego
Cuñadas buenas..., en todo el mundo dos docenas
Suegra que se lleva la muerte, desgracia con suerte
Aquella es bien casada que no tiene suegra ni cuñada
Cuñada y suegra, ni de barro buena; nuera, ni de barro ni de cera
 

 Tres veces Juan se casó, y con tres suegras convivió; si al infierno no fue, aquí lo pasó

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