jueves, 11 de septiembre de 2014

Apostillas al refranero. Malcasados

            La cara opuesta a los casados felizmente la hallaríamos en los malcasados, palabra que me trae viejos recuerdos de casi mi pubertad. No, no penséis mal: os lo explico. Cuando yo estudiaba sexto de Bachillerato, una de las comedias costumbristas de Guillén de Castro que citaba el libro de texto era Los malcasados de Valencia, obra, por cierto, que no he tenido oportunidad de leer. Las circunstancias debió imaginarlas el dramaturgo basándose en su propia experiencia matrimonial (se separó mediante proceso de su primera mujer). Quizá por entonces se encontrara ya desterrado en la ciudad Lope de Vega. Lo del destierro fue debido a una condena: cuando Elena Osorio rompió sus relaciones amorosas con el incipiente dramaturgo, Lope escribió un libelo difamatorio contra la actriz y contra su familia, por lo que ella se querelló y la Justicia lo condenó al destierro de la Corte y del Reino. Entretanto, el poeta había seducido a Isabel de Urbina, la Belisa de sus poemas, hija de un funcionario de la Corte. Malas lenguas dicen que la raptó, así que hubo de casarse con ella y, recién casado, se alistó en la expedición de la Armada Invencible. De regreso a España, se instala con su esposa en Valencia, ciudad en que disfrutó de lo lindo. Pero volvamos al comienzo. A mis quince años, yo no podía entender eso del malcasamiento: si se habían casado, bien casados estarían, bendición final del cura incluida. En mi simpleza, no se me había ocurrido que la palabra pudiera tener otras acepciones, como que uno de los cónyuges faltara a sus deberes conyugales o que pudieran vivir separados. ¡En aquellos tiempos!
 
RECUERDA:
 
El que se casa por todo pasa
Quien mal casa siempre llora
Quien mal casa tarde enviuda
Quien mala mujer cobra siervo se torna
El día en que me casé, buena cadena me eché
En casa de la mujer rica, ella manda y ella grita
El mayor yerro que puede hacer es casarse una mujer
Tres cosas echan al hombre de casa: humo, gotera y mujer brava
Si tu mujer te manda arrojar de un tajo, pide que el tajo sea bajo
 
Quien tiene mujer tiene lo que ha menester


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