miércoles, 5 de noviembre de 2014

Apostillas al refranero. Orgullo

            Rodrigo Calderón (Amberes 1570) fue hijo natural del capitán de los Tercios Francisco Calderón. De joven entró al servicio del entonces marqués de Denia, más tarde duque de Lerma y valido de Felipe III. Protegido por el duque, ascendió de forma meteórica en la Corte, desde ayuda de cámara del rey a los más altos cargos oficiales. Llegó incluso a obtener el hábito de Santiago y títulos nobiliarios como conde de la Oliva y marqués de Sieteiglesias. Al mismo tiempo se enriquecía sin reparar en los medios empleados para ello. Lo uno y lo otro le costaron por un lado la enemistad de la nobleza aristocrática y por otro el odio popular. La caída en desgracia de Lerma lo dejó sin protección y a los pies de los caballos. Enemistado con el conde-duque de Olivares, nuevo valido, acabó con sus huesos en la prisión, acusado de un sinfín de delitos y crímenes, como haber dejado morir en parto sin la adecuada asistencia a la reina Margarita de Austria, o haber asesinado a un cómplice, de quien se deshizo para evitar lo delatara. Juzgado, fue condenado a morir en 1621 en la Plaza Mayor de Madrid. Parece ser que, a pesar de la adversidad, subió al cadalso con tal serenidad y altivez que causó admiración incluso entre quienes lo denigraban. Su compostura, entereza y orgullo hicieron popular el dicho tener más orgullo que Rodrigo en la horca, que hubo de modificarse anteponiendo al nombre el don (tener más orgullo que don Rodrigo en la horca). Puestos a ser exactos, debiera haberse cambiado también la palabra horca, pues don Rodrigo fue decapitado y no ahorcado. Aunque el fin fuera el mismo, en lo que al honor se refiere dista mucho morir con el cuello separado del tronco por el hacha, que morir por asfixia con una cuerda alrededor del cuello. ¡Y don Rodrigo se hubiera sentido más ufano!
 
RECUERDA:
 
Torres más altas cayeron
Cada hormiga tiene su ira
Genio y figura hasta la sepultura
No por el huevo, sino por el fuero
Cada cuba huele al vino que tiene
Quien piedra en alto echa cáele en la cabeza
A quien en el cielo se caga, la mierda le cae encima
Más vale perderse el hombre que perder el nombre
 
Vuela alto la vanagloria y cae al suelo hecha escoria


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