Rodrigo Calderón (Amberes 1570) fue hijo natural del
capitán de los Tercios Francisco Calderón. De joven entró al servicio del
entonces marqués de Denia, más tarde duque de Lerma y valido de Felipe III.
Protegido por el duque, ascendió de forma meteórica en la Corte, desde ayuda de
cámara del rey a los más altos cargos oficiales. Llegó incluso a obtener el hábito
de Santiago y títulos nobiliarios como conde de la Oliva y marqués de
Sieteiglesias. Al mismo tiempo se enriquecía sin reparar en los medios
empleados para ello. Lo uno y lo otro le costaron por un lado la enemistad de
la nobleza aristocrática y por otro el odio popular. La caída en desgracia de
Lerma lo dejó sin protección y a los pies de los caballos. Enemistado con el
conde-duque de Olivares, nuevo valido, acabó con sus huesos en la prisión,
acusado de un sinfín de delitos y crímenes, como haber dejado morir en parto
sin la adecuada asistencia a la reina Margarita de Austria, o haber asesinado a
un cómplice, de quien se deshizo para evitar lo delatara. Juzgado, fue
condenado a morir en 1621 en la Plaza Mayor de Madrid. Parece ser
que, a pesar de la adversidad, subió al cadalso con tal serenidad y altivez que
causó admiración incluso entre quienes lo denigraban. Su compostura, entereza y
orgullo hicieron popular el dicho tener más
orgullo que Rodrigo en la horca, que hubo de modificarse anteponiendo al nombre
el don (tener más orgullo que don Rodrigo
en la horca). Puestos a ser exactos, debiera haberse cambiado también la palabra
horca, pues don Rodrigo fue decapitado
y no ahorcado. Aunque el fin fuera el mismo, en lo que al honor se refiere dista mucho morir con el
cuello separado del tronco por el hacha, que morir por asfixia con una cuerda alrededor
del cuello. ¡Y don Rodrigo se hubiera sentido más ufano!
RECUERDA:
Torres más altas cayeron
Cada hormiga tiene su ira
Genio y figura hasta la sepultura
No por el huevo, sino por el fuero
Cada cuba huele al vino que tiene
Quien piedra en alto echa cáele
en la cabeza
A quien en el cielo se caga, la
mierda le cae encima
Más vale perderse el hombre que
perder el nombre
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