Si la
calidad de una persona se mide por su prestigio y por su popularidad, uno de
las más grandes de todos los tiempos debió ser Lope de Vega. El ascendiente sobre sus contemporáneos, nobles,
eclesiásticos, plebeyos, fue extraordinario; la fama de que gozó llegó a
límites incomparables. Su nombre era bisbiseado y coreado en todos los ambientes; en él se
personificaba todo lo bueno: cuando algo agradaba, cuando algo se ofrecía como
excelente, se decía que era de Lope.
Dice Juan Pérez de Montalbán que, una mujer presenciaba el paso de un cortejo
fúnebre tan numeroso y bien organizado que exclamó: “Sin duda este entierro es de Lope”, y en efecto acertó. Personajes
extranjeros acudían a Madrid solo por verlo. El retrato del comediógrafo
figuraba en el lugar preferente de muchas casas. Se llegó a crear una parodia
del Credo, prohibida por la Inquisición, que comenzaba: ‘Creo en Lope de Vega,
todopoderoso, poeta del cielo y de la tierra...’ Los habitantes de la Villa y
Corte lo mostraban a los forasteros como si de una iglesia, un palacio, un
monumento se tratara. Si la calidad de la persona se midiera por la cantidad y calidad de amigos y enemigos, también marcharía
muy destacado. Amigos: Quevedo, Salas Barbadillo, Pérez de Montalbán, Castillo
Solórzano, Francisco Cascales, Francisco Medrano, Saavedra Fajardo; enemigos: Cervantes,
Góngora, Villegas, Suárez de Figueroa, Rey de Artieda, Ruiz de Alarcón, Torres Rámila.
He citado siete de cada bando para que hubiera empate. De todos modos en la vida
de Lope hubo actuaciones en que se advierten dosis elevadas de basura moral: los
libelos contra Jerónimo Velázquez; los amoríos con Elena Osorio; hacer pasar como
hijos del marido, que estaba en América, los cinco que tuvo con Micalela Luján; sus
servicios celestinescos al duque de Sessa; sus amoríos con Marta de Nevares, mujer
también casada, cuando él ya era sacerdote...
RECUERDA:
El buen paño en el arca se vende
Cuando seas padre comerás tocino
Cuando seas madre comerás carne
Cuando seas padre comerás huevo
Más vale el hombre que el nombre
Tanto vale un hombre cuanto se estima
Tan contenta va una gallina con
un pollo como otra con ocho
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