sábado, 14 de febrero de 2015

Apostillas al refranero. Calidad

            Si la calidad de una persona se mide por su prestigio y por su popularidad, uno de las más grandes de todos los tiempos debió ser Lope de Vega. El ascendiente sobre sus contemporáneos, nobles, eclesiásticos, plebeyos, fue extraordinario; la fama de que gozó llegó a límites incomparables. Su nombre era bisbiseado y coreado  en todos los ambientes; en él se personificaba todo lo bueno: cuando algo agradaba, cuando algo se ofrecía como excelente, se decía que era de Lope. Dice Juan Pérez de Montalbán que, una mujer presenciaba el paso de un cortejo fúnebre tan numeroso y bien organizado que exclamó: “Sin duda este entierro es de Lope”, y en efecto acertó. Personajes extranjeros acudían a Madrid solo por verlo. El retrato del comediógrafo figuraba en el lugar preferente de muchas casas. Se llegó a crear una parodia del Credo, prohibida por la Inquisición, que comenzaba: ‘Creo en Lope de Vega, todopoderoso, poeta del cielo y de la tierra...’ Los habitantes de la Villa y Corte lo mostraban a los forasteros como si de una iglesia, un palacio, un monumento se tratara. Si la calidad de la persona se midiera por  la cantidad y calidad de amigos y enemigos, también marcharía muy destacado. Amigos: Quevedo, Salas Barbadillo, Pérez de Montalbán, Castillo Solórzano, Francisco Cascales, Francisco Medrano, Saavedra Fajardo; enemigos: Cervantes, Góngora, Villegas, Suárez de Figueroa, Rey de Artieda, Ruiz de Alarcón, Torres Rámila. He citado siete de cada bando para que hubiera empate. De todos modos en la vida de Lope hubo actuaciones en que se advierten dosis elevadas de basura moral: los libelos contra Jerónimo Velázquez; los amoríos con Elena Osorio; hacer pasar como hijos del marido, que estaba en América, los cinco que tuvo con Micalela Luján; sus servicios celestinescos al duque de Sessa; sus amoríos con Marta de Nevares, mujer también casada, cuando él ya era sacerdote...
 
RECUERDA:
 Otro vendrá que bueno me hará
El buen paño en el arca se vende
Cuando seas padre comerás tocino
Cuando seas madre comerás carne
Cuando seas padre comerás huevo
Más vale el hombre que el nombre
Tanto vale un hombre cuanto se estima
Tan contenta va una gallina con un pollo como otra con ocho
 
 Por pulido que sea, no hay culo que no se pea


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