En
la Guerra de Sucesión a comienzos del siglo XVIII, el Reino de Valencia
abrazó la causa del archiduque Carlos de Austria. Tras la derrota de Almansa
el 25 de abril de 1707, Felipe V decretó la abolición de los Fueros de
Valencia. Acabada la contienda, el auge de la industria de la seda supone una
mejora en las condiciones de vida de la población, gracias a un gradual y
constante crecimiento económico. A medida que el siglo avanza se fue
incrementando el número de telares y, como es lógico, creció también el de obreros
dedicados a esa actividad. Se considera que en 1786 el número de telares es
superior a tres mil quinientos y el de trabajadores del ramo asciende a seis
mil quinientos. A finales de siglo, Valencia contaba con más de cinco mil telares. Ello supuso la plantación masiva de moreras que se extendieron
por caminos y acequias. Denominaciones como el Camí de les Moreres no son
de extrañar. En gran medida, el artífice de tan espectacular y tan rápido
crecimiento de la industria fue Joaquín Manuel Fos, quien, nombrado inspector
general de la industria sedera del Reino de Valencia, se disfrazó de obrero de
la seda, se trasladó a Francia y en la ciudad de Lyon aprendió las nuevas técnicas
del tratamiento que a su regreso enseñó en los talleres valencianos. Lo curioso
es que por aquella época el sistema de regadío empleado en la huerta valenciana
gozaba de tan gran prestigio entre los expertos europeos que muchos de ellos
acudían a estudiar su funcionamiento para aplicarlo en sus países.
Madruga y verás, busca y hallarás
Tardío anochecedor, mal madrugador
Madruga: verás y vivirás; trabaja y tendrás
Quien primero se levanta, primero se calza
El salir de la posada es lo peor de la jornada
El que se levanta tarde ni oye misa ni come carne
Si quieres tener buena fama, no te dé el sol en la cama
No hay comentarios:
Publicar un comentario