martes, 13 de enero de 2015

Apostillas al refranero. Músicas celestiales


            Las promesas que nunca se cumplen y las palabras elegantes, pero vacías suenan a música celestial. No obstante, algunos tratados medievales de música distinguían la música de las esferas que se manifestaba en la regular distribución de los astros en el universo, en las distancias existentes entre ellos, en la velocidad de sus movimientos, en la armonía con que se trasladaban, y también en la consonancia con que se suceden los diferentes tiempos y las distintas estaciones. Acorde con esa música cósmica, hablaban de la humana, que reflejaba la armonía cuerpo-espíritu. Y se referían también a un tercer tipo: la instrumental o material. Todas ellas son concordes; en consecuencia, por la belleza en la ejecución de la música instrumental, el alma humana, desasida de lo material, puede elevarse a las más altas esferas. Es una concepción platónico-pitagórica que fray Luis de León hace propia en las dos odas quizá más bellas de las suyas originales: la tercera, dedicada al catedrático ciego Francisco Salinas, en la que, Fray Luis, al escuchar la música instrumental de su amigo, se siente transportado a esferas más altas; y la octava, Noche serena, donde, tras  ofrecernos la antítesis tierra/cielo, es decir, la antítesis entre su vida ajetreada de lucha constante en la Universidad frente al sosiego de la noche estrellada en La Flecha, a orillas del Tormes, y tras hacernos una descripción de la bóveda celeste expresa su ferviente anhelo de paz y de Dios: “Inmensa hermosura / aquí se muestra toda, y resplandece / clarísima luz pura, / que jamás anochece: / eterna primavera aquí florece”.
 
RECUERDA:

 
Hablar poquito y mear clarito
Por hablar poco, nada se pierde
Quien quiera ser rico ahorre del pico
La olla en el sonar y el hombre en el hablar
Habla poco, escucha más y no te arrepentirás
Al buey por el cuerno y al hombre por el verbo
El poco hablar es oro y el mucho hablar es lodo
Si quieres hablando no errar, piensa primero qué hablar
 

 Guárdate de hombre que no habla y de perro que no ladra
A quien no habla no lo oye Dios

 

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