lunes, 25 de enero de 2016

Apostillas al refranero. Telas, corrutos y corrutelas.


            Pensábamos que era nuestra la exclusiva, que la corrupción era cosa de españoles. Entre las golferías marbellíes, los ERE andaluces, los andratx baleares, el tres por ciento catalán, los gúrteles valencianos, los cudilleros asturianos, la Banca Catalana, los casos campeones y todas las mordidas habidas y por haber que puedes añadir según te vayas acordando, considerábamos que ‘mi querida España, esta España mía, esta España nuestra’ era el no va más, la campeona de la corrupción, la vergüenza de Europa; creíamos que en nosotros radicaba la exclusiva del trinque y la mangancia, o mejor aún, que nuestros políticos ostentaban su primogenitura, cuando la realidad nos ha dado un bofetón y nos ha venido a demostrar que no solo los políticos, que no solo los españoles, que blancos, negros, amarillos, cobrizos malayos; abogados, médicos, sindicalistas, deportistas, empresarios, policías, jubilados, aunque sean del corazoncito mismo de Europa, se dejan ablandar por el dinero, que cada cual tiene su precio, que el dinero hace necio al caballero y que más ablanda dinero que promesa de caballero. En efecto, de pronto en el mundo de los supuestos deportes, en el mundo del primer deporte, del deporte (?) rey, el fútbol, donde corren millones a espuerta, todo son multas, suspensiones inmediatas, tajantes, porque altos funcionarios se han dejado sobornar. Y es que, por lo que se advierte, tesoros mal adquiridos no aprovechan, pues los pérfidos en su codicia son atrapados ya que no han advertido que vale más buen nombre que muchas riquezas. ¡Y por si fuera poco, la abuela con mareos...! ¡A ver que nos depara lo del tenis!

 
RECUERDA:

 
Nada tiene el que nada le basta
Nadie debe vivir pobre para morir rico
En arca de avariento el diablo yace dentro
El dinero de unos es señor y de otros siervo
Goza de su poco mientras busca más el loco
Ruin es el rico avariento pero peor el pobre soberbio
Nadie extienda la pierna sino hasta donde la sábana llega

 Si el avaro fuera sol, nadie tendría luz y calor

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