Pensábamos
que era nuestra la exclusiva, que la corrupción era cosa de españoles. Entre
las golferías marbellíes, los ERE andaluces, los andratx baleares, el tres por
ciento catalán, los gúrteles valencianos, los cudilleros asturianos, la Banca
Catalana, los casos campeones y todas las mordidas habidas y por haber que
puedes añadir según te vayas acordando, considerábamos que ‘mi querida
España, esta España mía, esta España nuestra’ era el no va más, la campeona
de la corrupción, la vergüenza de Europa; creíamos que en nosotros radicaba la
exclusiva del trinque y la mangancia, o mejor aún, que nuestros políticos
ostentaban su primogenitura, cuando la realidad nos ha dado un bofetón y nos ha
venido a demostrar que no solo los políticos, que no solo los españoles, que
blancos, negros, amarillos, cobrizos malayos; abogados, médicos, sindicalistas,
deportistas, empresarios, policías, jubilados, aunque sean del corazoncito
mismo de Europa, se dejan ablandar por el dinero, que cada cual tiene su
precio, que el dinero hace necio al
caballero y que más ablanda dinero
que promesa de caballero. En efecto, de pronto en el mundo de los supuestos
deportes, en el mundo del primer deporte, del deporte (?) rey, el fútbol,
donde corren millones a espuerta, todo son multas, suspensiones inmediatas,
tajantes, porque altos funcionarios se han dejado sobornar. Y es que, por lo
que se advierte, tesoros mal adquiridos
no aprovechan, pues los pérfidos en su codicia son atrapados ya que no han
advertido que vale más buen nombre que
muchas riquezas. ¡Y por si fuera poco, la abuela con mareos...! ¡A ver que nos depara lo del tenis!
Nada tiene el que nada le basta
Nadie debe vivir pobre para morir rico
En arca de avariento el diablo yace dentro
El dinero de unos es señor y de otros siervo
Goza de su poco mientras busca más el loco
Ruin es el rico avariento pero peor el pobre soberbio
Nadie extienda la pierna sino hasta donde la sábana llega
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