Cuando
los musulmanes invadieron la Hoya de Huesca, muchos de sus habitantes, en lugar
de someterse huyeron a lo más intrincado de las montañas prepirenaicas y se
reunieron en núcleos de defensa. Bajo los consejos de un anciano y dirigidos
sus dos hijos, Oto y Félix, algunos se dispusieron a fortificar la explanada
que se halla en la cima del monte Pano. Llevaban algún tiempo ya en la tarea
cuando una noche, de la Maladeta comenzaron a surgir como lamentos que se repetían
cada poco. Y por la mañana el Cuculo se cubrió de boiras negras, señales
agoreras de alguna desgracia. Poco después los vigías alertaban de la presencia
de enemigos en las laderas. Y es que los invasores, habiendo conocido que se
organizaba un grupo de resistencia y se fortificaba el lugar, habían decidido
atacar de manera inmediata, y numerosas tropas aguerridas ascendían hacia la
explanada sin que nada pudiera contener su avance. Hombres, mujeres, niños y
ancianos se les opusieron con tesón, pero todo fue inútil, pues el recinto quedó
sembrado de cadáveres y los musulmanes desmantelaron cualquier atisbo de
edificación y de fortificación. Cuando se retiraron, de entre los cadáveres
surgió algún defensor malherido, que en la mayoría de los casos moriría poco
después. Oto pudo sobrevivir a sus heridas y, habiendo hecho promesa de hacer surgir
de las cenizas un pueblo nuevo capaz de expulsar de aquellas tierras al invasor,
pidió lo llamaran en adelante Voto. Félix, que también había sobrevivido, lo
ayudaría en la ardua tarea. En cuanto se repusieron comenzaron a prepararse,
ejercitándose en la caza, único medio de vida inmediato. Persiguiendo Voto a un
corzo, a punto estuvo de despeñarse por un precipicio que parecía no tener
fondo. Avanzando con precaución entre la maleza, descendió y descendió hasta
llegar a la base de un peñasco que a modo de visera protegía de las
inclemencias una rústica construcción de piedra en cuyo interior halló el cadáver
del ermitaño Juan de Atarés cubierto con un sayal casi podrido. Había
descubierto San Juan de la Peña, desde donde se lanzaría la cruzada contra los
pueblos venidos del sur.
RECUERDA:
Hijos buenos, capas son de duelos
Quien hijos tiene, razón es que allegue
La hija y la heredad, para la ancianidad
Heredad por heredad, una hija para la vieja edad
Según el natural de tu hijo, dale el consejo y el oficio
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