En
Graus, villa-capital de Ribagorza, emplazada en la confluencia del río Isábena
con el Ésera, afluente del Cinca, vivía en el siglo XVI, la familia Pinilla en su casa solariega, en
cuya fachada, hoy ‘Casa de don Carlos’, puede leerse una inscripción
curiosísima. El origen de ella me aseguran que es este: Don Rodrigo Mur, Señor
de la Pinilla, debió ser un embustero, falso y astuto, perseguido y
reiteradamente multado por el estraperlo de caballos en la frontera hispano-francesa.
Parece ser que para remediar las mermas de su hacienda a causa de las
irregularidades contrabandistas y de las apuestas, a que era muy aficionado,
pretendía casar a su hijo mayor, del mismo nombre, con una hermosa y acaudaladísima
grausina, doña Margarita de Solano. Pero don Rodrigo hijo iba de por libre, y
su corazón se había prendado de una joven ni tan acaudalada ni tan noble, así
que entre los dos Rodrigos hubo sus dimes y diretes. El papá fue ajusticiado en
Francia, después de, aseguran, intentar asesinar al exsecretario de Felipe II,
huido al país ultramontano. El óbito facilitó las cosas a Rodrigo hijo que casó
con la mozuela de sus sueños, Marieta o María, más popularmente conocida como
Marica. El banquete, claro está, se celebró en la casa solariega en cuyo
comedor se habían instalado zócalos de cerámica turolense, discretamente
cubiertos por cortinillas de lienzo que, corridas, dejaron ver una leyenda en
grandes caracteres entrelazados que, según queda dicho, reza hoy en la fachada:
RODRIGO AMA A MARICA.
RECUERDA:
Ayúdate y te ayudaré
Hago de mi capa un sayo
Tiene ayuda el que la procura
Poco a poco hila la vieja el copo
Si quieres oveja, ándate tras ella
Sigue la hormiga si quieres vivir sin fatiga
Tantas veces da la gotera en la piedra que al fin hace mella
Llevando cada viaje un grano, abastece la hormiga su granero para el
año
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