domingo, 22 de enero de 2017

Apostillas al refranero. Astracanadas y trampantojos


            En noviembre, andaba yo dándole vueltas a una obra de Pedro Muñoz Seca, titulada LA OCA, siglas de un supuesto movimiento sindical que, desarrolladas, vendrían a significar Libre Asociación de Obreros Cansados y Aburridos, cuando caí en la cuenta de que estaba a punto de cumplirse el octogésimo aniversario de la muerte del dramaturgo, uno de los más populares y prolíficos del teatro español en el primer tercio del siglo XX, en Paracuellos del Jarama. Nacido en el Puerto de Santa María en 1879, hizo su primer estreno en 1904, y hasta su muerte puso en escena cientos de obras cargadas de humor e ingenio dentro del género conocido como astracán, que consiste en una deformación y exageración de la realidad para conseguir una comicidad grotesca y disparatada. Archiconocida y centenaria es La venganza de don Mendo, en que parodia los dramas poéticos de la época; centenaria, porque somos muchos los españoles capaces de recitar tiradas enteras de versos cargados de ingenio y gracia, como nuestros abuelos y padres e incluso nosotros, seguimos haciéndolo con el Tenorio, de José Zorrilla. Y es que don Pedro buscaba ante todo hacer reír al público: “Lo único que hay en el mundo digno de estimación, después de una buena mujer es una buena carcajada”. Si a ello añadimos su gran facilidad para versificar, que no lo excusa de caer en algún ripio, y el extraordinario sentido del ritmo de que hace gala, satisface y halaga doblemente al espectador. Monárquico convencido, estrenó en la época de la Segunda República obras contrarias a la ideología republicana (Anacleto se divorcia, El ex...). Al estallar el 18 de julio el levantamiento de los militares africanistas, se hallaba en Barcelona, donde la compañía de Irene López Heredia iba a representar una de sus obras. El 28 de julio fue detenido por un grupo de milicianos de la FAI. Enviado a Madrid, vía Valencia, custodiado por la Guardia Civil, llegó el 7 de agosto. Después de pasar por la Dirección General de Seguridad, fue recluido a la cárcel de San Antón, antiguo Colegio de los Escolapios. Condenado a muerte el 26 de noviembre, “por fascista, monárquico y enemigo de la República”, fue fusilado el 28. Es uno de los miles de cuerpos sin identificar de la fosa común de Paracuellos.

                                                                                  
RECUERDA:

Un clavo saca otro clavo
De quererlas vienen las querellas
Amor de corneta: de diana a retreta
Dos pardales en una espiga nunca ligan
Las riñas por san Juan son para todo el año
No ames a quien amó ni sirvas a quien sirvió
Dos gorriones en una espiga hacen mala miga
Cuando quise no quisiste; y cuando quieres no quiero
Tanto es amar sin ser amado como responder sin ser preguntado

            El fuego, la cama y el amor no dirán: “Vete a tu labor”

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