Vivimos
en sociedad y en época en que todos tenemos un ego tan subido que pretendemos
ser los más guapos, elegantes, llamativos, innovadores… Evitamos parecer
antipáticos, mezquinos, gruñones, desabridos, violentos, como hipocritillas y
ese comportamiento alcanza incluso a nuestro lenguaje que empedramos de eufemismos,
es decir, de formas usadas para manifestar ideas cuya expresión recta y franca
pudiera resultar inoportuna, malsonante, dura o de mal gusto: anciano,
invidente y lavabo, por viejo, ciego y retrete. Confieso que a veces
se usan los eufemismos también por esnobismo, por afectación, como estas perlas
pescadas en el DOGV en la postrera época de mi vida profesional: segmento de
ocio, segmento lúdico (recreo), unidades didácticas (clases),
diseño curricular (plan de estudios), experiencias piloto (innovaciones),
época en la que pensé yo crear un Taller de Alfarería Poética. Llamamos
a la guerra acción armada o intervención armada, a las tropas contingente
militar; al amancebamiento vida en pareja, en pareja de hecho,
claro está; el concubinato es la unión de hecho, el novio, el compañero
sentimental. Denominamos eutanasia al homicidio por compasión, interrupción
del embarazo al aborto. Deshumanizamos a los emigrantes designándolos como ilegales
y sin papeles; y aceptamos su expulsión como reorganización
urbana, y su genocidio al transformarlo en, ¡horror!, limpieza étnica o
exterminio higiénico. Ocultamos la opulencia de los países ricos significándolos
como avanzados, frente a los pobres, poco avanzados, y como nos
araña las tripas la indigencia, nombramos a los indigentes subdesarrollados.
Los despidos son reestructuraciones empresariales, más conocidas como EREs,
y los plagios intertextualidad. Embellecemos a las criadas como empleadas
de hogar, aunque no las damos de alta en la Seguridad Social, a los oculistas
como oftalmólogos, a los dentistas como médicos estomatólogos o cirujanos
dentales y a los aparejadores como arquitectos técnicos. Y ahítos de
usar términos de nuestro idioma, llegamos a echar mano de préstamos de otras
lenguas, de modo que el sodomita se transforma en gay y la compostura en
fair play. Seguiremos.
RECUERDA:
Barbero, loco y parlero
Quien bien ata, bien desata
Quien tiene oficio practíquelo
Quien poco sabe presto lo reza
Quien tiene arte va por toda parte
Sabe bien dónde le aprieta el zapato
No hay peor aprender que no querer
El que anda con la miel algo se le pega
El que no es para estudiar, dedíquese a arar
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