Habiendo
transcurrido mi infancia en un ambiente rural y habiendo cursado los estudios
de bachillerato en la capital de provincia, mi vida cultural se reducía
prácticamente a la adquirida en lecturas y en el centro donde había estudiado;
por eso cuando llegué a Salamanca en 1961, la vida cultural estudiantil me
sedujo desde el primer momento, así que, como bisoño, me esforcé primero en
observar para aprender, y poder participar de modo activo en ella después. Viví
intensamente los primeros recitales poéticos de excelentes rapsodas a los que
intentaría emular, los primeros conciertos de música sinfónica y coral; me
inoculé el veneno de las lecturas dramatizadas que llamábamos en aquel entonces
teatro leído, actividad en la que existía un concurso anual en que
participaba la mayor parte de las facultades universitarias y casi todos los
colegios universitarios. Sí, veneno que me caló tan hondo que me ha seguido toda
la vida y que he sembrado allá donde mi actividad profesional me ha llevado.
Incluso ahora, jubilado y en la vejez, lo sigo sintiendo y no hace aún una
semana, el grupo teatral a que pertenezco llevó a cabo dos lecturas con los
locales completamente llenos. Más tarde, en cuarto y quinto de carrera llegaría
la época del teatro representado en francés, en el aula Magna de la facultad de
Filosofía y Letras. Pero antes, en el 61, quise también asistir a las sesiones
del cine fórum, mas (¡siempre surge algún
obstáculo!) no me lo permitieron: había nacido yo en mayo de 1944 y con 17 años no dejaron que me hiciera socio, pues un gran número de las películas que se
proyectaban eran para mayores con reparos. Agarré un enfado tan
morrocotudo que prometí no asistir jamás a una sesión de cine fórum, cosa que
he cumplido, aunque lo haya lamentado en más de una ocasión. Y no os riáis, que
en las salas de cine comercial, en más de una ocasión los porteros me
impidieron la entrada por la misma razón. Me pedían el carné y… No puedo
dejarte entrar, no has cumplido los diez y ocho. Para más inri, me lo decían
con solfa, como si se rieran de mí.
RECUERDA:
Tamborilero pagado hace mal son
El vencido, vencido; y el vencedor, perdido
Los peces grandes se comen a los pequeños
Mal juzga el arte el que en él no toma parte
El seso derecho: cantar en la mesa y silbar en el lecho
Velar a la luna y dormir al sol ni hace pro ni da honor
Aficionose el asno a las berzas y no dejó verdes ni secas
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