viernes, 7 de marzo de 2014

Patronímicos

           He sido siempre un enamorado de las palabras y sobre todo de los nombres pipistrélidos y de los nombres gentilicios, como puede advertirse en varios artículos de estas páginas. Hoy quisiera rendir pleitesía a los nombres patronímicos, es decir, a los nombres que hemos heredado de nuestros mayores, o sea, a nuestros apellidos; y más que a nuestros apellidos, quisiera rendir homenaje a ciertas sorprendentes combinaciones de nombres y apellidos. Os aseguro que no he inventado ninguna, que, salvo las que atañen a mi vida, las he tomado de un concurso de la revista Lecturas.
          Quevedo se reía el primero de sus propios defectos para que nadie pudiera mofarse de él en ese aspecto. Salvadas las distancias, yo también comenzaré por reírme de mí mismo. Me llaman Juan José; mi primer apellido es Ramos, y el segundo Lozano. La combinación de los dos apellidos significa, en lo vegetal, que mis ramos tienen mucho vigor y frondosidad (aunque haya que ignorar un error de concordancia gramatical para creérselo: Ramos es plural y Lozano singular, ¿o no?); lo cual, traducido a lo humano quiere decir que mis ramos son jóvenes, vivos, vigorosos, robustos: algo así como me veis: apolíneo, gallardo, bizarro, valiente... ¡Ejem!  Imaginaos que el hijo de alguien apellidado Esparza se hubiera casado con una hija mía. Cuando tuvieran una hija, la llamarían Fulanita Esparza Ramos. ¡Vamos, como la violetera! Suponed otro caso: que un hijo mío se hubiera casado con la hija del susodicho. Pues nada, la hija sería Menganita Ramos Esparza, ¡cual florista de la calle de Alcalá! [En supuestos tales, creo que debo estar agradecido a que mis hijos no me hayan dado hasta ahora nieto alguno].
          De estudiante, tuve un compañero en Salamanca que se llamaba Jesús Vivas Holgado, excelente persona, extraordinario estudiante y magnífico extremo derecho de un equipo de fútbol. Un día don Fernando Lázaro Carreter le dijo en clase que su nombre constituía una perfecta oración desiderativa. ¡Vive holgadamente, Jesús! Casi nada la del ojo, ¡con las apreturas que se pasaban a fin de mes en la década de los sesenta! Y tuve también un alumno cuya combinación de apellidos es un canto a la Tabla Redonda: Carlos Guerrero de la Esperanza. Y ya que me he puesto melancólico hablando de alumnos, os diré que en un curso me tocó dar clase a un grupo de COU al que declaré bíblico, pues en él me encontré con Lázaro y con las hermanas Marta y María.
          Cuando mi mujer y yo discutimos pienso que debería yo llamarme Armando Guerra y ella Paloma de la Paz; un poco resabiada, a veces, pero paloma y de la paz. ¡Claro que se supone que estas combinaciones, en ocasiones, no son muy exactas!
          En fin, volvamos al tema. Las hay que son un auténtico canto ecológico: Rosa Naranja Limón; Blanca Flor del Campo Huerta; Teresa Puerro Lozano; Camino Verde del Río; Maximino Aires del Campo. El tal Maximino debe tener asegurados la excelsitud de sus vías respiratorias y el no padecer ningún tipo de alergia, con aires tan tersos, puros y diáfanos. Los patronímicos católicos a machamartillo reflejan la fe, el amor y la fidelidad: Rosario Cordero Jesús, Sagrario de la Iglesia Fiel, Jesús Amigo de la Iglesia, Dolores Camino de la Cruz. Claro que de vez en cuando salta la liebre y alguien sale defenestrado: Carlos Tirado de la Cruz. ¡Pobrecillo! Las hay que exudan nobleza por todos los poros: Antonio Caballero de la Paz, José María Conde Poderoso, o están repletos de ardor monárquico: Victoria de Rey Guerrero, Elena Carroza Real, Victoria Guerrero del Rey, Juan Carlos Rey España, Francisco Enamorado de los Reyes.
          Con los patronímicos pueden expresarse oraciones exhortativas perfectas: Ramona Ponte Alegre, Ángeles Baile Lapieza, Nicolás Tome Tocino. ¿Tendrá algo que ver que Nicolás tome tocino con que Ramona se ponga alegre o que Ángeles baile la pieza?
          Ante combinaciones como Rosa Gusano Culebra uno se inquieta, se desasosiega; se echa a temblar ante Servando Sierra Cabezas; pero al oír Porfirio Mata Lapetra, le castañetean los dientes. Marcos Redondo Cuadrado nos deja enajenados, atónitos, pues los términos son contradictorios,  José Gordo Magro turulatos, y Joaquín de Paz Guerra perplejos. Los colores se disponen como en camisetas deportivas: Blanca Negro Rubio. Al lado de conjuntos sublimadores o embellecedores (Estrella de la Osa Mayor, Pilar Vecino Alegre), hallamos degradadores sobre todo a causa de la colocación de los integrantes: José Valiente Primo. Observad que si cambiáramos el orden la significación sería otra: José Primo Valiente... ¿Os imagináis que en una consulta médica silenciosa la auxiliar llamara con voz solemne: ¡José Luis de la Mier Daza!?
          Hay padres que merecerían pirámides de reproches cuando hacen que un hijo se llame Gonzalo si sus apellidos son González de la Gonzalera, o Martín, si lo son Martín Martín, o García, si lo fueran García García. Vamos, elevados al cubo. ¡Tiene bemoles! De todos modos, por lo ornamental que resultaría el florero podríamos admitir Rosa Flor del Rosal Lozano.
          ¿Y no habéis escuchado patronímicos que parecen panfletos libertarios en su contenido? Abundio Verdugo de Dios. ¿Tampoco los que dan sensación de divertidas creaciones quevedescas? Dolores Diez Orejas, Paulina Seisdedos Díez, Agustín Cabeza Compostizo...
          Y como en todo hay que pensar, no está de más apreciar las combinaciones culinarias. Podríamos comenzar con un aperitivo (Mateo Verd Mut), seguido de un primero (Agustín Verdura Salada) y un segundo algo más nutritivo (Vicente Cordero Guisado). Cabría ofrecer dos tipos de postre: Florentino Rico Melón o Ángel Polo Sabroso.
          No obstante, los que más me agradan los casi subrealistas: Luis Conesa Cara, Invención Verde Feliz, Amparo Loro Raro, Manuel Toro Bravo, Inés Hoyo Redondo, Dolores Laguarda del Toro, Concha de Oro Pulido, Almudena Pamparacuatro Seco, Eduardo Barriga Caliente. Espero que don Eduardo no fuera el esposo de la típica y tópica Dolores Fuertes de Barriga, porque entonces, apaga y vámonos.
         
 
           


1 comentario:

  1. El "Tirado de la Cruz" no es Carlos, es Carmelo, que es mi tío y salió en la revista lecturas junto con Almudena Pamparacuatro.

    Por suerte, a mis abuelos no se les ocurrió poner a ninguno de sus hinos Jesus, sino, imagínese ejejejeee.

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