viernes, 10 de octubre de 2014

Apostillas al refranero. Gastronomía

            Según la mitología griega, un serial radiofónico y televisivo inacabable, Tántalo nació de la unión de Zeus con la ninfa titánide Pluto. Rey de Lidia, casó con Dione, hija de Atlas, que le dio tres hijos: Pélope, Níobe y Bróteas. Fue muy amigo de los dioses que lo invitaban incluso a sus ágapes. En uno de ellos, escuchó cierta conversación por la que llegó a conocer el modo de poder conseguir la inmortalidad. Ni corto ni perezoso, aprovechó la información en beneficio propio. Debía ser también un tantico cotilla y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, reveló a los humanos misterios divinos, se apropió de varias bandejas de deleitosa ambrosía y de alguna crátera de suave néctar que disfrutó con sus eufóricos amigotes en  tumultuosa bacanal. No satisfecho con todo ello, quiso probar también la clarividencia de los inmortales y los invitó a un banquete. El muy taimado, mató a su hijo Pélope, lo cocinó y lo afreció en la mesa como inmejorable manjar. Ninguna de las divinidades se dejó engañar, salvo Démeter, que turbada por la pérdida de su hija había trasegado tanto néctar que no se daba cuenta de nada. Ante conducta tan inadecuada, Zeus se coge un enfado de los tonantes y devuelve la vida a Pélope. Como Démeter había engullido el hombro del muchacho, los dioses se lo reemplazan por otro de marfil. Tántalo es condenado a vivir en el Hades, el infierno, acuciado por el hambre y la sed. Metido en una laguna de aguas cristalinas, cuando ansiosamente intenta beber, las aguas bajan de nivel. En la orilla, frondosos árboles ofrecen frutos deliciosos mas, cuando Tántalo quiere tomarlos, las ramas se elevan y  se alejan de su alcance. ¡Pobre! A ver si mitigamos un poco su tortura...
 
RECUERDA:
 
El pan caliente y la injuria fría
Las sardinas frescas, fritas y frías
El pez fresco, frío y frito, y tras él vino
Olla sin verdura no tiene gracia ni hartura
El tocino, el queso, el vino y el amigo, añejos
La perdiz es perdida si caliente no es comida
Quien tras el caldo no bebe no sabe lo que se pierde
El pan con ojos, el queso con cocos y el vino que salte a los ojos
Del conejo, lo que mira al cielo; de la perdiz, lo que mira al suelo
 
 La olla sin cebolla es boda sin tamborín


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